viernes, 10 de abril de 2009
El cumple de Rodrigosaurio
Manda narices que el homenajeado no salga en las fotos, pero apenas un borrón en plena piñata no iba a quedar serio. Rodrigo, desde aquí te digo que pediré a tu padre una imagen bien grande, contigo leyendo los chascarrillos del Capitán Calzoncillos o soplando las velas o cazando sugus en el aire, para añadirla a esta entrada. Y una de tu hermana Ana, que de punto rosa estaba de bocata. Y como sólo tengo estas fotos como evidencia sentencio que Mateo disfrutó como un enano (de jardín). Hizo suya la pinta pirata requerida para las pruebas (que no hizo, clarostá); descubrió que del cielo pueden llover golosinas (o de la ventana, de mano de Tía Carlota); escupió un osito de gominola más pequeño que su pulgar; rescató un caballito con historia; se embadurnó de tarta, primero con tenedor, luego con su puño y letra (sólo una, la eme: mmmmmmmm....); corrío, río, saltó; y hasta le picó un bicho en los límites belicosos que marca la goma del pañal número 4. Ah, y los ganchitos. Uno a uno, dos a dos, tres a tres, diez a diez. Qué descubrimiento, los ganchitos.
Al día siguiente volvimos, con la excusa de un teléfono extraviado. El verdadero motivo era que Mateo llorase de risa con la memorable representación de Rodrigo convertido en dinosaurio feroz. Desde esa tarde de tortitas (pocas, pocas, fueron pocas), siempre que le hablo de Rodrigo, Mateo ruge con las manos en alto, en pose T-Rex.
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3 comentarios:
¡Qué bonitas fotos!
Y no lo digo por ná.
Mira que tentran ataques de modestia aparte, eh?
Mierda!, ya he vuelto a entrar con tu cuenta! Pues eso, que la de arriba soy yo.
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