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Leandro
Este señor es Leandro, el cuidador del parking en el que duerme nuestro coche. Lo conocimos hace dos años, cuando yo aún llevaba a Mateo a casette y suplicábamos por una plaza libre para aparcar el jikocoche cerca de casa, si podía ser. Nos recibió a la llegada de la clínica al nacer Mateo y ahora es Mateo quien se pone nervioso al bajar la cuesta, emocionado proque le va a saludar, agitando el aire con la manita como de lado. Hace poco dio el paso: de decirle hola así desde el ventanuco de la caseta en la que Leandro hace cuentas, a darle la mano, sentarse en su sillón, aporrear su calculadora y la maquinita de las tarjetas, y darle un besuco que al pobre hombre le deja con gesto tontorrón. Hace unos días, Leandro aprovecho una compra para juntar un puñado de chupa chups, y desde entonces, cada vez que subimos del coche a la calle, Mateo se relame pensando en el premio. Es decirle Leandro y se lleva el índice a la boca y la lengua a los labios, chup, chup, chup.
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