

Luego, como últimamente hacemos en plan costumbre semanal, nos fuimos todos al Retiro (esta vez, con Silvia y Enak, un gustito inesperado), básicamente a disfrutar del solete juntos mientras Mateo se convierte en croqueta en medio del arenero. Ayer, justó después de abordar el tobogán hacía arriba y el columpio en diagonal, Mateo levantó el índice hasta Minnie, que le "regaló" un globo-espada con un sospechoso acento chino y le hizo creer que Disneylandia queda, pues eso, a cinco minutos de casa. De todo esto habló con el a-bu-e-lo en su bordillo favorito:

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