jueves, 9 de agosto de 2007

En la palma de mi mano


Me ha pasado un par de veces desde que di a luz. Estar durmiendo, tan profundamente como Mateo (acaba de pasar un camión de bomberos por debajo de casa y ni se ha inmutado... Esta foto de arriba es de diez segundos después), y despertarme de pronto con la sensación de tenerle aún dentro. Entonces, aún un poco borrosa entre el sueño y la luz negra de la toma de turno, ahueco la palma de las manos y me toco la barriga, buscando un volumen que ya no existe y en cierta forma (redonda), lo echo de menos. Nueve meses, uno dos tres cuatro cinco seis siete ocho nueve, treinta y nueve semanas, de niño y bultos y patadas y vértigo dentro. En progresión.

Pero luego me asomo a mi derecha y miró a través de los barrotes blancos. Y ahueco de nuevo la palma de mi mano y le toco. Y no echo de menos nada.

1 comentario:

QJones dijo...

Jika, este niño es precioso y me lo quiero comer. Estás durmiendo y él está haciendo unos ruidicos de soñar con chupetes de colores y el techo de la escalera.