![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgfWrjRUjjZr1s2QF7j9s9sNmTEOGmJNen1h8YfzxQE-4_pCjaHJb5DcPHmniYR2XSIwwcmd095dsWWFsoaG_HHIvfMqCbhHTBIo0Bw6lLfV-kTyFuJiOUyvjL367bjfjxb1wOdePuw4rM/s320/Dormidico.jpg)
Me ha pasado un par de veces desde que di a luz. Estar durmiendo, tan profundamente como Mateo (acaba de pasar un camión de bomberos por debajo de casa y ni se ha inmutado... Esta foto de arriba es de diez segundos después), y despertarme de pronto con la sensación de tenerle aún dentro. Entonces, aún un poco borrosa entre el sueño y la luz negra de la toma de turno, ahueco la palma de las manos y me toco la barriga, buscando un volumen que ya no existe y en cierta forma (redonda), lo echo de menos. Nueve meses, uno dos tres cuatro cinco seis siete ocho nueve, treinta y nueve semanas, de niño y bultos y patadas y vértigo dentro. En progresión.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgK2gdsfZ9OdMpxf1UGwE5skP3mbFj5nZcvyCRegcwtvwavayRN5vKtwfkHvzEr5DJPcSD041s9qdbIrLgS5LbJdLX76P7b64TnLQHf3k2ZgZC2i1HHntIEevHMkJ4sEVyct5qV49Dy2XM/s320/Ma7eo2.jpg)
1 comentario:
Jika, este niño es precioso y me lo quiero comer. Estás durmiendo y él está haciendo unos ruidicos de soñar con chupetes de colores y el techo de la escalera.
Publicar un comentario