martes, 21 de agosto de 2007

Heroína Beni


Hace unos días se fue Beni sin ganas. Volvió a Gijón, después de pasarse un mes y medio en Madrid, los últimos días agarrándose a las formas cambiantes de Mateo. Beni, mi suegra, es dura, dura como una piedra, y está entregada a la supervivencia ajena, aunque delata, en la forma de mirar hacia afuera, una conciencia nítida de estar dejando la suya aparcada en doble fila. Es dura y es dulce al tiempo, cálida en cada burrada que suelta cuando quiere (esas partidas de cartas...), en cada vez que cocina para traernos, en cada palabra que busca para cuajar las exigencias de los demás y en cada sonrisa cómplice. Cuando se fue lloró como una niña, asomada a la cuna de su nieto. Lloró con todo el silencio del mundo.

Ahora, cuando hablamos por teléfono cada día, vuelve a tener el tono de voz valiente, pero se que mataría por no perderse un segundo en la vida de Mateo. Y le cuento cosas.

Así que te lo prometo, Beni: iremos a Gijón tanto como podamos, para que tu guaje tenga una cara nítida asociada a tu nombre. Y para que en los viajes de vuelta a Madrid ya te eche de menos.

PD: Hoy, tras varias noches durmiendo nada o casi nada cuidando de Mateo, y arrastrando ese cansancio durante todo el día, le confesaba que desde ya, habiendo criado a Jiko y a Luis ella sola en casa, con todas las horas del día, era mi heroína oficial.


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