viernes, 19 de octubre de 2007

Jikito en la peluquería


Resulta que, finalmente, Jikito nació con cresta. Solo que la cresta no estaba donde tenía que estar, sino en el cogotillo. A Jiko y a mi nos gustaba mucho, pero Mateo pasa taaanto calor que nos decidimos a cortarle el pelo. Claro, no en todas las peluquerías cortan el pelo a un bebé de dos meses y tres semanas, así que nos costó encontrar una, cerca de la calle Limón, al lado de casa, donde una señorica dijo sí, sí, no hay problema.

Me senté con Jikito encima y Jiko detrás, mirando primero con curiosidad, luego con temor, al final con prisa. Porque la señorica en cuestión decidió hacer una especie de performance al estilo Eduardo Manostijeras, con la tijera volando vertiginosa por la cabecita de Mateo haciendo trasquilones a toda leche y sorteando las orejas como Alonso por un piano. Buff, qué sudores.

No la dejamos terminar. Y huímos tan deprisa que nos dejamos la bolsa. Era cuestión de oreja o muerte.

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