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¿Vacaciones? No, gracias
De la parte "tremenda" de las vacaciones que mencionaba en la entrada PierreDePotro & Jikos hablo ahora. Ya podía haber sido un atracón de jamón, una mariscada superlativa o un non-stop de carne de presa y secreto ibérico. Pero no. Fue un virus cabrón que me dejó baldada tras dos dias vomitando, ni agua podía beber, y que, ya de vuelta forzosa a Madrid (menudo viajecito en AVE), me llevó al hospital otros dos días, gastroenteritis aguda, enchufada a una sobredosis en vena de suero, sodio y potasio. Por suerte, Luc ni se enteró y estuvo moviéndose a sus anchas las 48 horas que estuve tumbada en la habitación de al lado a la que parí hace un año y dos meses. La tres catorce (o habitación Pi).
Jikomío no se separó de mi vera, a pesar del pseudo colchón conyugal, y me hizo reir con tonterías y chiribitas, aunque también me torturó con sandwiches argentinos que se pimpló mientras a mí me daban tres cucharadas de caldo transparente. Y Mateo fue feliz en su estancia en pensión completa en Casa Abuelos, que disimularon una alegría de palmas ante mi percance (es brominaaaa -power-, no se me cabreeen...) por aquello de ser dueños, señores y abuelísimos durante esos dos días.
Dieta blanda, me dijeron al salir. Yo soñaba con esa carne de presa que nunca comimos en Ayamonte.
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