No es paciencia

Me encanta que nuestra casa huela a panadería. Así ocurre últimamente. Y es por Jiko, que ahora (es estupendo) le ha dado por hacer pan. Resulta que es un arte, porque aquí, como primer reto, no se utiliza levadura. Aquí se hace MASA MADRE (agua, harina, tiempo, bacterias, más tiempo, más harina, más agua, más tiempo), que mola porque parece que habla de mí (alimento la miga de mi ego) y, sobre todo, porque requiere esfuerzo y probar una y otra vez y fallar y volver a intentarlo y alimentar a las bacterias como si fueran amigos del alma –con hambre– y querer que salga. Hasta que sale. Y así fue, después de días de esfuerzo. Este pan increíble y rotundo es el resultado. Una maravilla de olor y corteza y miga de verdad. Sabía a todas las ganas de verlo bien hecho.


*El otro día, Raúl, el propietario de La Quesería de Blasco de Garay (un sitio donde quedarse a vivir), nos contó esto: alguien dijo que para cocinar hacía falta mucha paciencia. Otro alguien sonrió: "No, la paciencia es para cuando algo no te gusta. Si te gusta, no es paciencia, es amor".

*Jiko, con las manos en la masa, dice que se abre la temporada de encargos. Ah, no. Me corrige (diría que preocupado... ). Que dice que si alguien se quiere animar a hacer pan (pan de verdad, matiza) que le pregunte. Pues hala, valientes.