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Camino Soria (IV Cumbre del G-12)
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhlebipF-owpWg1Zexbemt_3Bihjh-JDwjaCc4qtcYoyrIJKrxehDpP5j7sLPcoHyfFAstCb65CyDlAyx6G0pw3AEZ5sPEI5h-CXcA29UGk2UtmLxOSSbrGF7VH5iqjVQH9a8djvGgXYwI/s400/Grupo.jpg)
Primero fue Zaragoza. Luego, Madrid. Después, Guadalajara. Y ahora, Soria. En la foto de esta cuarta Cumbre del G-12 faltan Diego y Pierre, imperdonable. ¿Qué hacíais detrás de la cámara? Ahora que lo pienso... en realidad era una foto de "las tres" con los bebés... y se coló Jiko, que pasaba por ahí (luego explico porqué "pasaba por ahí"). También faltan Goose y Noah, los responsables de que en vez del G-10 seamos el G-12. Aunque ellos tienen excusa. Excusa perruna. Bueno, al tema, aquí es donde, después de dos semanas de mails, menuses, risas y demás intercambios chanantes, estuvimos:
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La casica se llama Arrabal de Valdeavellano II, y está en un pueblo chulísimo, Valdeavellano de Tera, a unos 20 kilómetros de Soria. En los tres paseos laaargos que dimos sufrimos la alucinación de comprarnos una casa allí, parecía todo tan fácil... hasta llamamos para preguntar por una que nos encantó: 750 metros cuadrados, la segunda planta dividida en tres apartamentos de 90 mts2, una parcela urbanizable de 2.000 metros (por ahora era un huerto increíble) y... un precio, ejem, de... un millón de euros. Jur-jur-jur. Menos mal que llegó la hora de la papilla:
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No se si ya se reconocen o no, pero mola verles juntos mientras crecen... ¿Cómo será cuando anden todos? ¿Cuando hablen todos? Esto... ¡¡¡Socorroooooo...!!!!!
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Como para aguantar despierto...
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Como para aguantar dormido...
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Y, entre las mil comidicas ricas que llevábamos pensadas y que se quedaron sólo en la idea porque-no-había-horno (¡cagoen!), surgió una posibilidad alucinante: "¿Y si hacemos un pan en la chimenea?", dijo Jiko en voz alta sin saber que hablaba en voz alta. Hacía unas horas había comprado en la panadería del pueblo un par de kilos de una harina con muuuy buena pinta... y Jiko, panadero nobel, TENÍA que probar. Así que se puso a amasar ante los ojos alucinados de todos. Mari Carmen le hizo de pinche.
Amasó y amasó y preparó una placa para posar el pan sobre ella dentro del horno y una olla para taparlo. Casi parecía una ceremonia... Lo metió, pasó el tiempo... Y entonces, cuando todo parecía una peli de ciencia ficción; cuando apenas se veía nada a través de la ventana de la chimenea; cuando Diego, Pierre y Javier parecían dejarse el aliento para que el fuego mantuviese el nervio; cuando Mari Carmen insistía en relacionar aquello con las cavernas; en ese momento exacto... sucedió: un pan redondo, alto y esponjoso, dorado... ¡dicomueno! Jiko, apenas empezando en esto de la masa madre y los grados y tal, se tiró el pisto como un campeón. Esa noche lo comimos aún templado, parecía un bollo. A la mañana siguiente nos hicimos unas tostadas. Aún cuesta creerlo... ¿hacer un pan en una chimenea? Pues sí.
A mí me dio para un par de cuentos con los que arremolinar el sueño de Mateo.
Y esta es la mejor invitación para la siguiente cumbre (aunque Luci ya nos tiene una preparada en algún escenario con luces madrileño...): la habitual coronita, máximo (y único) exponente de nuestro exceso alcohólico.
Mari Carmen definió el fin de semana así: "Si esto es una guerra, que no se acaben". Pelín radical, pero asiento. Hasta la próxima.
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