
Amelia, mujer de Pablo y dueña y señora de un extraño, original y cálido negocio bien llamado Los jabones de mi mujer (pulsen y vean, es una gozada...), nos regaló para Mateo un jabón de zanahoria, nerolí y karité que le está dejando la piel como el culito de un niño, o al revés. Parece turrón, huele a crema y se tacta como mazapán caro (hablo del jabón... ¿o también de Mateo?). Una pasada. A Jikito, como se ve en la foto, le encanta.
*Si además de ver los jabones en la página web los queréis oler y, de paso, daros un paseo de esos sanos por el campito, podéis visitar su tienda, pequeñita e increíble, en un pueblo de Segovia, Santiuste de Pedraza, que en estas fechas solo tiene 7 habitantes. Todos huelen bien.
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