viernes, 23 de noviembre de 2007

A ver qué pasa


Hoy, me vais a permitir, voy a hacer de este blog un diván. Y no sólo entenderé, sino que casi lo aconsejo, que no sufráis el tostón de leerlo. Casi es un impulso visceral de verbalizar mi momento, 'asín' de simple.

No se si sentiría de otra forma si tuviese veintitantos años, si acabase de comenzar mi carrera o si de mi dedicación absoluta dependiese mi futuro profesional. No se si, en ese caso, no me plantearía cosas que ahora son casi prioridades. El caso es que Mateo, a mis 35, me ha hecho ver las cosas de otro modo. Llevo currando desde los 18 años, justo cuando empecé una carrera que no debería existir tal como está planteada, pero esa es otra historia.

Han sido años, muchos, increíbles en los que he descubierto un oficio que me encanta, en parte porque he tenido la suerte de poder ejercerlo pegadito a mi pasión, el cine. He aprendido mucho, me he divertido, se me han agarrado los nervios al estómago cuando me he enfrentado a algún reto profesional (como cuando me mandaron a mi primer festival), he disfrutado escribiendo, viendo películas, conociendo a la gente que las hace, que las piensa, que las critica, he compartido momentos increíbles con personas sabias y transmisoras, generosas, me he reído a rabiar, he hecho muchos y buenos amigos, y también me he chupado horas y horas extras, fines de semana incluidos... No tiene ningún mérito, así está montada la historia, y se que no trabajo en una mina, y que he tenido muuucha suerte, siempre lo tengo presente. Pero también me he comido muchos marrones y, sobre todo en la última etapa de mi trabajo, he tenido que aguantar una sobredosis de mezquindad, ignorancia, chapucería, vulgaridad, injusticia, mala leche y mucha gilipollez. Y una labor diaria muuy alejada de lo que realmente me gusta. Eso es lo peor.

Y Mateo me ha resituado. Por eso creo que lo que tenía en mi trabajo, esa seguridad de una nómina y eso de estar "conectado", no son más que excusas para no lanzarme a buscarme la vida con lo que realmente quiero (ver cine, escribir sobre ello, disponer de mi tiempo) y aguantar las tonterías justas (a ver, no estoy ciega: no trabajar en una redacción no es sinónimo de no tener que aguantar muchas chorradas de gente lerda, pero como que es menos tóxico no tenerlas delante...).

¿Que es complicado? Mucho. ¿Qué tiene muchos riesgos? Seguramente, y no sólo económicos (en los peores momentos pienso en la posibilidad de que se haya acabado mi carrera... y no lo soportaría y me muero de miedo). Pero pienso: ¿quiero levantarme amargada cada mañana para ir a un curro que odio con una gente que maneja el cotarro desde la más absoluta desfachatez? No. ¿Quiero estar cabreada muy a menudo por eso? ¿Y que mi hijo y Javier lo sufran? No. ¿Quiero estar orgullosa de lo que hago? Sí. ¿Quiero aprender de lo que hago? Sí. ¿Quiero no sentir ilusión por lo que escribo? No, rotundamente no. Y, sobre todo, ¿quiero estar con mi hijo el mayor tiempo posible durante estos primeros años de su vida? Sí, sí, sí. No lo entiendo de otro modo. No he tenido un hijo para perdérmelo cada día durante ocho horas, en el mejor de los casos (mi trabajo exige unas diez o doce horas diarias durante dos semanas al mes). Entiendo y respeto esa opción, pero no la comparto, es que no lo siento así. No se si pensaría de otro modo si las cosas en la empresa fueran de otra manera, o si en el futuro todo cambiará, pero ahora, cuando veo a Mateo...

Y si las cosas no me salen como quiero, y no consigo poder "vivir" de las colaboraciones o de mi 'proyecto web' con Javier, y necesito un replanteamiento profesional, pues como no llevo anillos, no se me van a caer por currar en lo que sea, vendiendo forros polares en Coronel Tapioca, por ejemplo, que ya lo hice. Escribir es algo que siempre seguiré haciendo, aunque empaquete polainas.

A esta "cosita" me enfrento el próximo 14 de enero, día de mi incorporación obligada a mi "gran" empresa de mierda. Igual me tengo que tragar todo esto y, finalmente, me acojo a la jornada reducida... Hablo de esto con Javier y se que él me quiere feliz, y sabe, como yo, que en la empresa eso es básicamente im-po-si-ble. Es increíble la fuerza, la seguridad, la tranquilidad que me da su apoyo, bestia, rotundo e incondicional. También por eso me siento afortunada, a pesar de la incertidumbre, del vértigo, del miedo. Ay.

A ver qué pasa.

6 comentarios:

H.Wells y X.Bea-Murguía dijo...

Pues, ¿qué va a pasar? ¿Qué?

NA. No va a pasar na.

"Sólo me arrepiento de los pecados que no he cometido", Lord Byron.

Besos.

Otro Javier que te apoya.

QJones dijo...

Vaya, qué frase más estupenda para "el temita del viernes".
Pues claro que no va a pasar ná... Y si pasa, pues me convierto en Lady Byron y alegria.
Besos, Javitxu de mis entretelas.

Jika dijo...

Esto... está claro que el de arriba no es QJones, sino Jika utilizando la cuenta (sin querer) de QJones. Ups...

Pepa dijo...

Creo que la mejor opción es Casa Mateo. Y mientras, a disfrutar de la "vida láctea" como hasta ahora, sin pensar mucho más allá.

Cristina dijo...

Sólo te puedo decir que OLE, OLE y OLE!
Tienes que buscar tu felicidad, que ésta misma la vas a compartir con los tuyos, y a todos nos vas a hacer más felices. Por que si te vemos bien, a nosotros nos haces sentir mejor.
Disfruta de tus "peques" que bien te lo mereces.

lara dijo...

Precisamente este fin de semana les decía a unos amigos que yo ya no busco satisfacciones personales en el trabajo. Es una maldición, recuerda: "ganarás el pan con el sudor de tu frente". Pero tu sabes lo que es disfrutar con tu trabajo y eso lo cambia todo. Tienes que intentarlo, amiga, yo tengo la completa seguridad de que lo conseguirás porque tienes mucho talento y la suerte, que también es necesaria, a esa hay que buscarla. Una frase, ya que esta entrada va de frases, que me resulta de mucha utilidad: "valiente es quien no dice que tiene miedo". Un beso