miércoles, 21 de noviembre de 2007

La Feria de la Abeja (y II cumbre del G-12)


No tuvo más remedio Jiko que subir a Jikito en sus hombros. ¿Habéis visto alguna vez esas imágenes en La 2 de un enjambre de abejas en plena manifestación de apoyo a la Reina? Pues, comparado con nuestro plan matutino del sábado pasado, el enjambre abarrotado es un solar abandonado. La Feria del Bebé, en Ifema, fue el título de la pesadilla. Ni un centímetro de alfombra se veía entre tanto pie cansao (de padres y madres cansaos), tanta tripilla tontuela de recién parida, tanta espalda descuajeringada de aguantar kilos crecientes a golpe de bibe y tanta rueda de carrito. Qué agobio, qué estrechez, qué ganas de apretar el botón del traslador de jarripoter y aparecer en un lugar vacío y silencioso... Bora Bora, me vino a la cabeza. La gente hacía tres cuartos de hora de cola por una muestra de suavizante Vernel y media hora por un pañal gratis, y probaban la resistencia de sus codos por un folleto de ruedas de recambio de la maxicosi, o yoquése. La virgen. Habíamos ido con Mari Carmen y Pierre y sus mellizas y, después de pasar la vergüenza del siglo (y la carcajada del siglo) por poner a los nenes en culo en un cambiador que resultó ser de exposición (ups!), decidimos salir de allí justo al tiempo en que Lucía, Diego y Laura llegaban a la entrada a recogernos.

Luego todo fue un gusto: restaurante silencioso y casi vacío. Com
idita tranqui (hasta que Mateo decidió jugar con mi cuello y querer dormirse cantando, lo que todo el mundo sabe que es imposible) y sobremesa con la experiencia inolvidable de ver a la pequeña Laura tomar la papilla (es que los demás no hemos pasado aún del bibe... Jiko y yo nos miramos con ganas de imaginarnos a Jikito pimplándose su primer alimento sólido...), lamiendo la cucharilla como un cachorro-qué-rica. Lo esperado, la verdad: un reencuentro chulo del G-12 (los tres madddrimonios, los cuatro bebés, los dos perricos) que ya apuntaba maneras desde el encuentro en Zaragoza.


El domingo nos dio tiempo a un paseo frío y estupendo y solete y risas en el Templo de Debod (te tomo prestada la fotico, Mari, para que se aprecie "cómo" vamos por ahí... los doce), con parada de cafetito y colacao para elaborar la lista de nuestra próxima cita en la casa rural de Guadalajara. La lista, como era de esperar, era comida-comida-comida... (raclonette, costillitas, fondue de chocolate y frutas, tiramisú, sushi... ayayayayayyyyy). ¿Alguien recuerda la película La gran comilona? Pues eso va a ser la escapada rural. Me temo.

Y este, para despedir la entrada, es Jikito, echando mano de su calorcito de duende para calentarse la naricilla en el frío soleado de Madrid:


Y no me olvido: estos de abajo son Goose y Noah, "hermanitos" de Laura la mayor, y los perricos más buenos que he visto (con permiso de mi querido Verdi...). No abrieron la boca para ladrar esta boca es mía. A ver si en Guadalajara disfrutan un poco más que en los madriles...


PD: Fue un gusto teneros en casa, chicos.

1 comentario:

pilar dijo...

Vaya resobrino precioso.....
Me encanta veros a todos tan felices papis, abuelos y bisa.

Muchos besos a todos

Pilar