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Del padre (y muy señor mío)
Jamie Oliver, que nos trae locuelos. El otro día se marcó unas hamburguesas caseras para un colega suyo vestido de Elvis Presley y los que terminamos aullando y moviendo la caderita-morenita (no, no hablo de Chichi Peralta, no soy fan como, ay, Jiko) fuimos nosotros. El tío (Jamie, no Chichi) picó carne de morcillo y le añadió una cebolla pochada, parmesano rallado, sal, pimienta, comino, cilantro, una cucharada de mostaza de Dijon, un huevo y pan rallado, y dejó la mezcla una horica en la nevera (pronúnciece la lizta de ingredientez con mandíbula inferior zobrezaliente y deje zopaz, azí ez Oliver y zu lengua de zolomillo empanao).
Bueno, el caso es que hoy Jiko ha hecho la prueba (sólo un cambio: se nos habían acabado las semillas de cilantro y las ha sustituido por semillas de mostaza, para mí, un acierto) y... se ha salido. La prueba, en esta foto de arriba. La carne ha quedado como si fuera paté (patefuá, que diría Libertad, la amiga de Mafalda, y Jiko, en sus relatos blogeros), con un punto brutal de la mostaza y la textura suave del queso y el dulce de la cebolla y el crujido de las especias y... buff, una pasada. Él la ha llamado Hamburguesa Hamilton, pero, teniendo en cuenta que el pilotito genio ha quedado hoy tercero en su casa-Silverstone, yo le habría llamado Hamburguesa Raikkonen, por lo del primer puesto, aunque no sé yo si el punto finlandés pega con la propuesta cárnica especiada.
Y para rematar, me improvisa esto:
Una merienda incrustada en un antojo tonto de última recta de embarazo, algo que normalmente ni miraría (me va más la sal) pero que hoy era lo más delicioso-increíble-sabrosón que me podían poner delante: este brazo de gitanazo de chocolate con nata con chocolate con más chocolate. Sólo me salían emes pringosas de la boca. Aunque igual era Mateo, que flipa con el pulso pastelero de su padre y muy señor mío.
PD: Que conste que esta "dieta" no la llevamos a rajatabla.
1 comentario:
Tú sigue poniendo fotos de este tipo y comentarios tan jugosos. Luego no te extrañe si aparecemos (en plural) en vuestra casa con una maleta, como quién no quiere la cosa.
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