jueves, 29 de enero de 2009

Soy el niño meloooooooon


Así, dándose contra las esquinas como el hurón de Y entonces llegó ella, sujetándose el eco de la cabeza como el niño meloooooon, echándose a temblar como el Jason de Viernes 13. Todo esto y más, en nuestra rutina, también llamada Esperando a Luc. Jaja.

lunes, 26 de enero de 2009

Tic, tac, tic, tac (bombo de relojería)


Ver conjugación esperar (a Luc)*.

(Del lat. sperāre).

1. tr. Tener esperanza de conseguir lo que se desea (Esperanza, no. Plegaria, más bien).

2. tr. Creer que ha de suceder algo, especialmente si es favorable (Creer, no. Plegaria, más bien).

3. tr. Permanecer en sitio adonde se cree que ha de ir alguien o en donde se presume que ha de ocurrir algo ('Permanecer en sitio', no. Plegarnos, más bien).

4. intr. No comenzar a actuar hasta que suceda algo. Esperó a que sonase la hora para hablar (Sacto: esperamos a romper aguas para empezar a correr... pero nada).

5. intr. Dicho de una cosa: Ser inminente o inmediata. (Inminen...jajajajajajajaja...Inmedi...jajajajajajajaja...)

6. intr. Poner en alguien la confianza de que hará algún bien. (La ponemos. ¿Obama? Yes, we can).

~ sentado.

1. loc. verb. U. Cuando parece que lo que se espera ha de cumplirse muy tarde o nunca (¿Nuncaaaaa? ¡¡¡Aaaaahhhhhhh...!!!!).


*Cada uno hace con el diccionario lo que quiere, qué pasa. Y chitón, questoy quexploto. Literalmente.

domingo, 25 de enero de 2009

La cacerolada


Qué cosas más curiosas. Ayer mismo asumíamos que con Mateo hemos parido un nervio puro, una fuente inagotable de energía, un torbellino que ni el Katrina, una fuerza dinámica de la naturaleza... ¿cómo se dice ahora?, ah, sí: una ciclogénesis explosiva. Pues eso. Los coches por el suelo, los animales de la selva, los rotuladores, los folios en blanco o pintarrajeados, el escondite, la mímica, el cuento de la playa, el de la jungla, el de Pocoyó, la mochila de Elly, el gato de Caillou, las canciones, los cantajuegos, Baby Einstein, bailar, me subo a la silla, casi me caigo, ven conmigo al baño, meto la mano en el desagüe, escondo el mando de la tele, me como un cepillo de dientes... Todo esto de nada sirve para que se entretenga más de uno, dos minutos, lo que nos deja a Jiko y a mí y a mi tripa en estado catatónico, y eso que estuvimos en la calle tooooda la mañana. Ná, ni el aire le amaina. Anoche, cuando ya dormía, no pudimos ni con un episodio de nuestra serie del momento (Damages, segunda temporada). Nos desmayamos en el minuto 14.

Decidimos sobrevivir buscando "métodos" nuevos para que se distraiga, juegue, desarrolle, patatín, patatán. Algo que nos quite el acojone y la sombra de la hiperactividad. Es que no para. Y esta mañana de domingo gris, ventoso y casero (qué gusto), le descubrimos descubriendo, valga la rebuznancia, el método más simple que encontramos en nuestra búsqueda didáctica: la cacerolada. Ningún misterio: se abre el cajón de las ollas... et voilà, saco una por una, las coloco, descoloco, hago sonar, muevo, traslado, meto un pie... y ya con el complemento ideal de la cuchara de madera, buff, aquello es el paraíso. Se soporta hasta el concierto metalero.

Nota: al término de la edición de esta entrada la cacerolada dejó de ser método para ser historia. Ensayamos ahora el inglés de la mano de Muzzy, que es un oso verde con un extraño poder hipnótico. Hace que Mateo se ría como una hiena...

El ladrón de bicicletas


Hay que ver. Con lo que me molan las fotos que planto en este blog, sea cual sea la calidad y el retoque, a veces, como ésta, daría lo que fuera porque fueran audio. Los alaridos de entusiasmo, de felicidad absoluta, de disfrute visceral y emoción primera, darían una idea más ajustada de lo que fue para Mateo subirse por primera vez en una bici. Ir por la calle a una altura de gigante, inventarse un equilibrio con el casco y la frente, mirar a la gente con orgullo de ganador de tour.

[El audio empeoraría, no obstante, de incluir el drama acústico que fue bajarle del sillín].




Me como esas manos, rellenas de ganas de no pisar el suelo.

jueves, 22 de enero de 2009

Yo canto, tú duermes


Oigo a Jiko dormir a Mateo en el salón, a oscuras. El niño en la trona, él sentado y cuidadosamente abrazado a él. Yo en el cuarto, frente a la pantalla, en esos minutos de libertad mecanografiada que tengo cuando termino de darle la cena y limpiarle a besos la boca. Mateo suele dormirse recostado en el antebrazo de Jiko, mientras éste le canta una de Antony & The Johnsons a dos milímetros de la oreja. O directamente en su pecho, a saltos con su cuento que a mi no me cuenta, es cosa de ellos. Sea como sea, me gusta sentir cómo avanza el silencio hasta que es completo y sólo oigo mis manos tecleando o el ratón avanzando páginas, pasando de refilón por las noticias del día, las feisbucadas del día.

Pero hoy tarda el silencio... Y me río porque Mateo se resiste y canturrea. Y oigo a Jiko serio que le dice: "No, canto yo, tú duermes". Pero nada. Mateo sigue entonando un aria llena de gorgoritos chupetiles que mezcla con los aplausos imaginarios de Pasapalabra. Y Jiko insiste, como si razonase con Punset. "Tú no cantas, Mateo, canto yo. Tú duermes". Me rio y me pregunto hasta cuándo nos amenizará el cantautor éste antes de quedarse como en la foto, vencido a un sueño que a nosotros tampoco nos tarda tanto en llegar, después de todo.

miércoles, 21 de enero de 2009

Todo preparado para Luc


Ayer por la tarde montamos Jiko y yo el moisés de Luc, una cuna chiquita y tenue, prestada y, por tanto, con experiencia en lo que se le viene, y que a Mateo no le hizo mucha gracia. Quiso mover los palos cuando intentábamos ponerlos horizontales; sacudirlos cuando empezaron a cuadrar; girar las ruedas cuando aún estaban boca arriba; quiso impedir la acción y lo que significaba, creo yo, llenando la tarde de un mal humor raro en él. No paramos de hacerle partícipe y regalarle brazos cuando los pedía, que era muy a menudo, mucho más que cualquier otro día. Siguió tontuelo.

Se asomaba. Tocaba. Lo colocamos al lado de su cuna, explicándole. Y escuchó atento. Hasta que callamos. Luego dio media vuelta y salió de SU CUARTO arrastrando el moisés hacia el salón.

Es muy posible que todo esto no sean más que conclusiones demasiado obvias, densas y sólo mías; que simplemente la da ayer fuera una tarde gris en el ánimo de Mateo. Pero es posible también que esté respirando en casa algo distinto, inminente y que desestabiliza su sitio. Qué tonto. Mi niño.

lunes, 19 de enero de 2009

Bailar pegados


Hoy prometía ser un desastre de día, teniendo en cuenta que esta noche he estado con los ojos como los de un búho y pegaítos a internés desde las 3 hasta las 7 aeme (qué de cosas hay por ahí pa'leer, diosanto). Es lo que tiene no encontrar postura con Luc centrifugando y mi cabeza a vueltas con el prelavado. Qué espesa es esta espera. "Puedes parir en cualquier momento", nos dijeron hace cinco días. "Ya pesa 3.200". Pero ná de ná. Las horas pasan, los días se quedan y los tres sin terminar de ser cuatro.


Pero no. No ha sido un desastre de día. Todo lo contrario. Mateo, aun sin quitarme ojo toda la mañana, ha ejercido independencia casi adulta, a su bola por entre los juguetes y mis piernas. Y Luc ha estado tranquilo también, espero que por cuestiones de última colocación.

Así que, en mitad del silencio, nos hemos mirado Mateo y yo, riéndonos por pensar lo mismo, y hemos echado a correr al cuarto para poner música y bailar pegados los 3, frente al espejo. Casi se me duermen los dos. Yo imposible, estaba disfrutando demasiado.



Sólo faltó Jiko, buscándonos las castañas a lomos (lomitos) de su bici urbana-que-no-funciona-bien-Jika-y-la-viatener-que-llevar-a-arreglar.

lunes, 12 de enero de 2009

¡Viva el Knut!

Resulta que los suecos son tan majetes que hasta celebran, con un día al que llaman Knut, el fin de la Navidad, una tontería supongo que con reciclaje comercial (ahí caigo siempre) pero que me levantan unas enoormes ganas de ser (que no hacerme la) sueca, como cuando Woody Allen oía música de Wagner y le entraban unas ganas irrefrenables de invadir Polonia.

Así que con la excusa de comprar un ganchito de seguridad para el WC (por aquello de que Mateo deje de atascarlo con diversos objetos, entre ellos el pato-uvecé-aguazul) nos fuimos los tres (los cuatro) a celebrar el Knut a la embajada sueca en Madrid: el Ikea de Alcorcón, parque temático donde los haya:





Como demuestra este testimonio gráfico, Mateo es una esponja en cuanto a costumbres de otros países. Además de mimetizarse con las camas suecas, los edredones suecos, las perchas suecas, incluso el idioma (no hay duda de que habla sueco... cada vez que abre la boca) llegó al máximo de su culturización internacional: las galletas de chocolate Ballerina, de Göteborgs, de esas de a euro el paquete y de las que podrías comerte perfectamente mil, a ritmo de pipas. Nos despistamos y se coló una en el forro del plumas al meterle en el coche... Lo que produjo este efecto pictórico en su cara, sus manos, el verdugo, la tapicería... Celebrar el Knut es lo que tiene.


sábado, 10 de enero de 2009

Cada uno se pone el chupete donde quiere

A la hora de echarse la siestecilla del carnero, Mateo divide su patrimonio chupetil: uno en la boca, en plan convencional, otro en la sien, en plan alternativo. Como para pensar chupando y chupar pensando, todo en una. La próxima vez le pongo otro en la mano libre, a ver qué hace.

viernes, 9 de enero de 2009

Nieve en Madrid


Viernes 9 de enero, 12:30 p.m. Fotos: el parque de al lado de casa, el cielo de arriba de casa, y todo blanco. Hoy, en Madrid, nieva desde que se hizo de día. La hemos tocado, pero qué bien se ve desde casa, todo caliente y vaho. Mateo señala los copos y mira preguntando qué son. Luc cambia de postura bajo mi camiseta. Jiko hace pan. Qué más.


jueves, 8 de enero de 2009

Los Reyes y Mateo, el explorador


Con nocturnidad y cero alevosía colocamos en casa, digo, perdón, dejamos en casa un hueco preparado para que los tres tenores y sus camellos depositaran los regalos para Mateo. Un coche brum brum, un puzzle de madera, una construcción de ciudades de goma para el baño, un avión con hélices rumberas... y, entre todo esto, un leopardo recuperado de la infancia materna que se sumó al conjunto, sin saber que iba a ser "el deseado". Fue ver a Leopoldo, que así lleva llamándose unos 30 años, y Jikito se convirtió en una especie de Dian Fossey de los leopardos: todo pegarse a él, hablarle en su lenguaje gruñil, unirse a sus garras... Así posó, como un explorador con un amigo salvaje e inesperado. Orgulloso.
Luego fue todo sorpresa gradual...


...e hiperkinesia: fius fius, de un lado a otro:


En casa de los abuelos maternos le esperaba este bólido chulo, neoyorquino y sin casco. Lo intentó, pero el concepto de girar el volante se le quedaba justo en los deditos...


...así que los usó para agarrar más animales, uno de ellos, vástago directo de Leopoldo.


Y el despiporre llegó, tras un cochinillo crujiente y criminal (Luc se peleaba por hacer valer su espacio), en Casa Yaya, donde esperaban los paquetes de tooooda la familia. Abrirlos, descubrir, oir, tocar, mirar y chupar fue la actividad frenética de Mateo durante una hora larga. Paquetes propios y ajenos. Hasta le dio un mordiscuelo a una tableta gigante de chocolate perfecto que le cayó a mi Jiko entre las manos sin haberlo siquiera sospechado.
Estos Reyes, que se las saben todas toditas.




PD: De mi regalazo ya os daré debida cuenta cuando lo perpetre, que es de esos de perpetrar... con los ojos cerrados y grandes dosis de placer... (y no, no penséis mal, gorrinacos, que estoy de 9 meses, hombrepordios).

Tres cabalgan juntos (y Mateo no lo pilla)


Le decíamos: "Mira allí, a lo lejos, Mateo, que vienen los Reyes Magos" y el pobre miraba sin saber muy bien qué quiere decir Reyes y Magos. Pero veía luces, carrozas gigantes, gente vestida raro, burros de verdad (¡burros de verdad!) y decenas de niños gritando, pidiendo caramelos con dotes de barítono. Fue la tarde del 5 de enero, en la Cabalgata de Tres Cantos con los BlancoChillón, previa invitación real y retraso imperdonable (tiempo bizcochado, se llama).


Ana, enfundada en gorros-fundas-abrigos como Mateo, sospechaba que allí ocurría algo. Pero lo de Rodrigo fue mu fuerte: sólo le vimos el culo, estando como estuvo tol rato a la caza de caramelos, lanzados como armas arrojadizas desde las carrozas. Jiko combinó también la caza del caramelo con los gritos desgañítados de "Gaspaaaaaaaaaar" a todo policía que pasaba por ahí.




En casa nos esperaba el bizcocho amapolo de Jiko, chocolate caliente y un baño a dos (Ana y Mateo) que fue menos garboso de lo esperado. Aún va cada uno a lo suyo.