miércoles, 31 de diciembre de 2008

martes, 30 de diciembre de 2008

La mejor manera de acabar el año

Lo termina, el año, a grito limpio, a carcajada suelta, montándola parda en el parque, enredándose en los columpios, corriendo al ritmo de los semáforos, señalando perros y bolas de colores, buscando aviones en el cielo (los pilla todos), imitando a un pato, fingiendo hipo, bailando hasta la sintonía del móvil, alargando melena, mirándonos, agotándose antes de decir hola al año que viene ya mismo.






Lo termina, también, haciendo el ganso, como su padre... y como su madre, que aunque no sale, está haciendo el tonto más que nunca. Esperemos que en 2009 lo hagamos aún más.

domingo, 28 de diciembre de 2008

Si no puedes con tu enemigo...

...únete a él. Es la conclusión a la que llegó Jiko después de que Mateo, con sus rotuladores lavables pero criminales sí o sí, le pintarrajease las manos, la cara y la camiseta hasta parecer un lienzo de Pollock. Así que Jiko, rotulador prestado en mano y frente al espejo, aprovechó los trazos improvisados de Mateo sobre su pecho blanco-blanco y dio forma y colores a esa criatura que rotulamos Diablo Kid, la primera obra temprana de su hijo artista. Yo ya quiero una.

Mateo, Lula y la venganza de las galletas


Lula es la perra de Gonzalo (abajo), amigo de aguadillas y sorbetes piscineros de Mateo. Lula siempre tiene hambre, dicen. Y le encantan... las galletas ajenas. Así que no hubo forma: galleta que cogía Mateo, galleta que Lula le birlaba a la de una. Mateo, el pobre, apenas se daba cuenta: descubría el pastel cuando notaba el vacío en la mano y veía a Lula a metro y medio, llenando el suelo de migas. Así que terminó pasando a la acción. Le dijo a Lula: "¿Quieres caldo? Pues toma dos tazas". Y en ese momento se agachó como quien revisa los bajos de un coche, le abrió la boca a Lula con una mano y con la otra le fue metiendo, una a una, galletitas de los Simpson. Lula terminó eructando mientras Mateo dirigía una mirada de complicidad a un Gonzalo agradecidísimo.



sábado, 27 de diciembre de 2008

Mateo en los 70


No se si es por la textura de la foto; o por los colores de la alfombra; o por el puf gris, alternativo; o porque la camiseta parece de cuello vuelto; o por las pelanas, alborotadas como una manifestación, rebeldes como un cantautor con coderas. El caso es que cuando vi estas fotos me fui derecha a la década de los 70. Ups, Mateo tendría mi edad...


viernes, 26 de diciembre de 2008

Solomillo Ibérico Maripierre


Le hemos bautizado así, aunque bien podría llamarse también Solomillo Ibérico Pierre de Potro. Después de regalarle el oído a estas dos piezas traídas con fraternal entrega de Ayamonte por nuestros queridos Mari y Pierre (graciaaaaaaaaasssss... ¡y aún nos queda la presa!), nos echamos a las manos una receta sencillica (embadurnar los solomillos con un mejunje de aceite de oliva, hinojo, sal y ajo) y al horno. Arriba, como quedó antes de derretírsenos en la boca. Abajo, como fue ocurriendo el acontecimiento. Buf.



PD: Mateo también dijo mmmmmmhhh, aunque sin ajo ni hinojo, aún.

sábado, 13 de diciembre de 2008

La alfombra mágica

Se me olvidó, en su día, allá por el verano y las primeras curvas de Luc, subir este vídeo amoroso. Lo improvisó Jiko sobre la alfombra, convirtiendo en vídeo lo que iba a ser una foto, mientras Mateo y yo nos arrumacábamos antes de que se escapase a su caja de juguetes. Me gusta que no pasa casi nada y al mismo tiempo pasa todo. Estas tardes en casa, los 3 (los 4), son mi vida favorita.

La piscina


Qué risa, cada jueves. Da igual que llegue dormido, cabreado, apático o hambriento (la hora de la merienda se atraviesa en el horario piscinero...): es llegar al agua y Mateo se troncha, patalea, salpica, disfruta. Ya va casi solo, sólo un churro verde de gomaespuma le sujeta mientras él mueve mucho las piernas, avanza buscando un juguete que no se hunde, nos busca con la mirada, se lanza en plancha y da buenos tragos, también. Da gusto meterle bajo el agua y comprobar cómo sabe no respirar con los ojos abiertos.







Y para finalizar, y como muestra, un botón (al loro con las piernecillas...):



jueves, 11 de diciembre de 2008

¿Espíritu navideño?

El espíritu navideño de Mateo consiste, básicamente, en robar. Si va en el cochecito, alarga su mano casi con desdén y apatía, con la mirada fija y descarada en los testigos, para arramplar sin contemplaciones con todos los adornos que, a su altura, decoran los primeros árboles de navidad de los comercios. Una campanita, un osito vestido de Papá Noel, un reno sonriente, una rama sesgada... Y nosotros detrás, sonriendo como excusa, disculpándonos justo antes de recuperar el objeto sustraído (haciendo a Mateo posar con el "cuerpo del delito" para la posteridad), sabiendo que, en el fondo, esos muñecajos deberían estar para eso: para que los ladrones de guante diminuto se los lleven a casa a esconderlos en un rincón.

Paraguas para recordar

Es imposible no recuperar chorradillas de tu infancia al ver crecer a tu enano: un juguete, las galletas que tomabas para desayunar (yo, Chiquilín; Jiko, Campurrianas), unas zapatillas de estar en casa (busqué hasta encontrar las que tenía yo en el recuerdo...), los dibujos animados, yoquése, cosas de esas, pequeñuelas y tontunas, pero taaan cálidas... Jiko tenía en un rinconcillo de la memoria los paraguas de chocolate, aún reconociendo que el chocolate de esos paraguas está asqueroso, así que cuando entramos en Viena Capellanes para planear una merienda y los vio allí, forrados de colores, se le abrieron los ojos de par en par y quiso que su hijo se pimplase con igual entusiasmo su recuerdo. Ni qué decir tiene que Mateo se sumó al fanatismo paragüero-chocolatero sin un átomo de resistencia. Le duro unas dos horas y dos cambios de verdugo.

Nocturnidad y alevosía

Fuimos a ver a la yaya andando (una horita), merendola de roscón con trufa y chocolate caliente, y como la noche se nos echó en las barbas, nos pillamos el bus de vuelta. Mateo iba embutido como un lomo ídem, pero haciendo campaña y saludando como la Reina Madre desde la carroza a todos los pasajeros del 21. Las luces de Madrid también le fliparon, y que fuese de noche y estar en la calle le abrieron aún más los ojos, como diciendo: "madrecita, lo que me pierdo yo cada noche después de cenar...". Al entrar en el portal, a pesar de que íbamos justísimos con su horario de cenorrio, estaba así de aufórico. Le pone la nocturnidad y la alevosía, sí, sí. A mí, esta foto, como robada.

martes, 9 de diciembre de 2008

Los pies de Luc


Últimamente no puedo casi pararle los pies a Luc. Asoman por todas partes, hace que mi tripa parezca una burbuja de esas enormes que se hacen con agua y jabón, y que va cambiando de forma sonando a olas grandes. Empezamos la semana 32. Éste de arriba es su pie.

Mateo sigue dando besos a mi tripa cuando le preguntamos dónde está Luc. Y abrazos. Y me levanta la camiseta cada dos por tres para "enchufarme" el chupete por el ombligo. Me pregunto qué pensará que es Luc, qué creerá que hay ahí dentro, qué cara pondrá cuando nazca y le vea y le digamos quien es y que ya no busque más en mi tripa... ¿Se parecerá Luc a Mateo?


lunes, 8 de diciembre de 2008

Y Dan partió su pan (y lo dio a sus discípulos)


Jiko no tiene religión pero, si la tuviera, su Dios sería Dan Lepard. Dan Lepard es un panadero australiano residente en Londres, poseedor de unas manos delicadas y manicurosas con las que empezó haciendo fotos bien pagadas y terminó amasando harina y agua de una forma, digamos... perfecta. Ha publicado muchos libros, entre ellos The Handmade Loaf, algo así como la biblia de los que empiezan a hacer pan y se vuelven locos de pasión, como Jiko.

Yo, que he asistido alucinada al proceso de conversión, estoy a un pasito de hacerme discípula, aunque sólo sea por la pasión de quien disfruta comiendo lo que otros amasan. Me maravilla ver cada paso, lo vivo de reojo y al mismo tiempo con una rutina que me alimenta, Jiko trabajando la masa... los tiempos y las esperas, la masa madre y sus burbujas, la densidad y sus demandas, la respuesta al frio y al calor, el olor de la masa, a veces metería la cara dentro, el aroma de mi casa cuando el pan se está horneando, el crujir al salir, la ilusión al abrirlo, al probarlo... El pan podría ser, perfectamente, mi religión. Incluso antes de conocer a Dan.

Por una serie de circunstancias que no voy a contar aquí porque harían esta entrada demasiado larga, Dan Lepard estuvo en Madrid este finde con su amigo David. Y Jiko, Mateo y yo, junto con Carmen, otra discípula de Dan, les sacamos de... panes (y peces). Llovió a cántaros y no nos dimos ni cuenta, aun cuando en los desplazamientos de un sitio a otro nos mojábamos como bobos. Qué divertido. Qué majos.

Elijo la foto de la tosta de gambas de El Cervantes porque tengo especial cariño a esta vianda: se me incrusta hasta el tuétano el sabor del alioli suave y aromático, y me trae muchos recuerdos. Pero no fue lo único: Dan y David degustaron (y digo bien: como buenos panaderos y cocineros y tragones desmenuzaban la comida con las manos y los ojos, preguntándose cada sabor) muchas más, una por cada proposición nuestra. Así, entre conversaciones sobre pan y más, risas, vinosblancos, cervezas, mostos y cervezas cerocero (para Luc), compartimos churros y porras en San Ginés; consomé y croquetas en L'Hardy; los escaparates (que también alimentan) de las pastelerías El Pozo y Casa Mira; unas bravas y una ración de oreja a la plancha en Las Bravas (pena de sinpa); pimientos del padrón y barquitas de paté de hígado de bacalao de La Trucha... Se han marchado relamiéndose y creo que contentos.

Nosotros nos relamemos con posibilidades de futuro...

Algo como esto


Algo como esto me gustaría tener a mí. Un espacio de madera donde vender pan del bueno (o sea, pan; y que lo hiciera Jiko) y algunos bollicos ricos y también servir desayunos con todo eso y más y algunos platos con ganas y sabor distinto. Es Le Pain Quotidiene, una franquicia belga que acaban de abrir en Madrid (c/Divino Pastor esquina c/Fuencarral) y que nos encargamos de inaugurar el jueves pasado con un desayuno tremendo y unas compritas pa'repetir. Aún olía todo a nuevo.


Desayuno de Jiko: ésta cesta de pan de arriba (trigo, centeno, nuez, pasas, multicereal, aceitunas...), que sirven con mantequilla, mermeladas diferentes y la crema de chocolate de la casa (negro, blanco, con avellanas o de vainilla con leche... alucinantes, y lo dice una que no es fósfora del dulce). Jiko añadió al surtido un huevo pochado ecológico que aderezó con la sal y la pimienta que hay sobre la mesa (en unas botellitas muchulas). De beber, un tazón enooorme de chocolate caliente, servido por separado: el cacao en jarrita y la leche en tazón, para mezclar a gusto.


Desayuno de Jika: este café con leche en tazón de aquí arriba y la baguette con tomate ecológico de aquí abajo, con aceite de Túnez, sal y un poco de queso. Esto... y un cruasán (ya, ya lo sé, Luc no hacía más que pedir sitio...), por probarlo. Cercano al sobresaliente.

La tienda es una maravilla ya sólo por los panes (venden hogazas de cuatro kilos en mitades y en cuartos, y baguettes caseras) y la bollería, aunque también hay muchos productos delicattesen para llevarte a casa. Además, sirven ensaladas, tostas (lo llaman tartines. Variadas y con muy buena pinta), y una selección no muy grande pero muy apetecible de "sugerencias"... Iremos informando.

Huevos Gensanta


Casi se me escapa esta foto y no, no, no. El acontecimiento ocurrió hace tiempo, pero no lo suficiente para olvidarlo. Y por si acaso, esta entrada. Para ver dentro de años y días cómo se vistieron estos dos huevos de corral de aldea asturiana con estas patatucas del mismo lugar, que llegaron a nuestra mesa gracias a Beni y a esos envíos que nos llenan el arcón de grasa saludable. Aquí están, justo antes de comérnoslos y bramar como bisontes. Mmmmmggrrrrrmmmhhh.....

Gensanta, como diría Forges. Gensanta.