domingo, 30 de noviembre de 2008
Faunia para roncar
Primer movimiento de Mateo: tirarle el chupete al burro. Primer movimiento del burro: lamer lo que le acababan de tirar. Primer movimiento nuestro: llamar a un señor don empleado, mostrarle nuestros respetos y pedirle amablemente que se metiera en el corralito del asno para recuperar el chupete. Así debutamos en Faunia.
Luego vino la desidia. Nosotros, que pensábamos que Mateo iba a gritar de alegría con cada animal, nos encontramos con un desinterés indisimulado, profundo, desmarañado y algo griposo. Igual era por eso. Éste de abajo, el túnel de los peces grandes, fue lo que le entusiasmó. Y un poco los pingüinos.
El único consuelo ante el mencionado desinterés fue el de los tontos, es decir, el mal de muchos: los amigos de Mateo: Diego, Alejandra y Gonzalo, con cuyas madres (y padre) habíamos quedado desde nuestro jueves común piscinero, demostraron la misma ilusión que Mateo. Cero. Todos roncaban cuando encontramos la salida.
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1 comentario:
halaaaaa, qué chula la foto del pez listado
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