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El baño
Ahora el baño no es bañera de Ikea, sino ducha con suelo de pizarra y surtidor caliente y tiburones de plástico amenazante y pelota de Wall*E. Es estar ahí un buen rato, lo suficiente para que el baño se convierta en Scotland Yard, y yo entre al grito de Jikaaaaaa, a levantar a Mateo envuelto en la toalla mientras Jiko se seca y lo toma de nuevo en brazos para la fase secado+crema+pijama. Yo, mientras, suelo hacer la cena. Pero a veces me escapo del menú y me quedo en el marco de la puerta mirando cómo salpican la pizarra negra y se reparten el agua en la cara, entre abrazos de tiburón.
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