Fiestas de la paloma. Primera juerga familiar nocturna callejera. Les prometí: "Hoy nos quedamos en la calle hasta la hora de desayunar" y me aguanté la risa al verles ojipláticos. Empezaron demasiado fuerte, eso fue lo que pasó. Bailongos incansables en plena calle, moraos de fanta y calamares, ese ritmillo entre la gente. Qué gusto verlos, qué risa, cantando, explosivos. A las 11 y media hubieran seguido, pero sus cuerpitos dijeron 'yanopuedomás'. Y nos fuimos a la cama orgullosos de la hazaña, pletóricos de nocturnidad, entre las barracas de feria castizos chungos.
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