domingo, 31 de octubre de 2010

Travesía (y desembarco)

No hay forma de jubilar la ikeabañera. Apenas caben y, aun así, se enredan las piernucas bajo el agua e imaginan que están en un barco camino no se sabe. Les seguimos de cerca, conteniendo la risa.

Entre los percances del desembarco figura el lanzamiento al váter de mi cepillo de dientes. El capitán calmó los ánimos rápido:


-Lo siento, mamá. Ha sido un 'apcidente'.







No hay comentarios: