Las dos primeras semanas de cole de Mat yo estaba de vacaciones. Así que las mañanas eran extrañas: pena penita pena al dejar a Mato llorando (ay) y jolgorio cum laude al ver cómo Luc nos decía a carcajadas: "sois todo míos, la mañana es mía, soy el rey". Qué gusto, mi niño, feliz, protagonista, hijo único por unas horas. A veces, incluso, pasando por una esquina, Jiko y yo podíamos charlar.
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