lunes, 28 de septiembre de 2009

Empastes y chocolate


Jiko salía del dentista, fuimos a buscarle. Primera parada: una tableta de chocolate, remedio fulminante contra los empastes y contra las meriendas fructosas. Segunda parada: no la hicimos. Anduvimos y anduvimos y anduvimos sabiendo que ésta era una de las últimas tardes de verano.


Mientras Luc dormía en el cochecito, la sombra de Mateo topaba con la de la mano de su padre y mi móvil hacía maravillas con la pobre cámara.


Encima del futón


Hacer el cabra encima del futón. Ponernos los dos el chupete. Intentar vocalizar con él puesto. Decir cholate en vez de chocolate; cabalacín por calabacín; y bodachito, haciendo eses. Cantar dónde están las llaves ciento y una vez. Ponernos bizcos. Hablar por los codos. Pedirnos zo'precitas, gominolas, tapachús. Dar saltos apurando esquinas. Hacernos fotos con el móvil. Hacer que hablamos por teléfono. Hacer que Mat me prepara comida y yo la pruebo. Reir como tontitos-cocolos. Hacer los dos al tiempo schhhh... para no despertar a Luc. Hacer la croqueta, también sobre el futón. Hacer una lista con lo que más nos gusta. Pintar un caballo con dos rayajos. Decir que todo esto se lo tenemos que contar a papi.




¿Ascot? ¡Ja!


Nueva incursión en la caja de los gorros de mami. Esta vez con pasarela.
(Qué tardes me paso).








Cosas nuevas


¿Crisis? ¿Qué crisis? ¡A estrenaaaaaaaaar! Mateo posa encima de su cama nueva, comprada y montada por sus padres siguiendo órdenes de folleto-ikea exactamente en media hora, tornillo flunske aquí, varilla skordeng allá, tabla niveladora krumpka en su sitio. Somos hábiles.
Y si el mayor estrena, el pequeño también... másomenossss. Quien dice estrena dice hereda. Y la ilusión de Luc por su cuna "nueva" es pura y cristalina. ¿Qué si no demuestra esa sonrisa entre barrotes?
¿Y qué significa esto para nosotros, los progenitores? ¡Pues que, liberado el salón del moisés, podemos poner la tele a un volúmen de ser humano y dejar de achinar los ojos pensando que así oímos máaaaas!
¡Viva Ikea! ¡Vivan las herencias! ¡Vivan los decibelios!




Ah, no fueron los únicos estrenos. Este moderno adaptador para el váter (sí, el que se ve debajo de los muslillos de Mat) nos está regalando momentos de absoluto placer, riéte tú de los Magnum.


Por la mañana

Los nuevos horarios panaderos nos han regalado momentos como éstos: no son ni las ocho de la mañana y los cuatro cruzamos en coche las obras de Madrid hasta casa de los abuelos, que recogen a Mat y a Luc con todo el día abierto y los brazos aún más. Les esperan siestas, donuts, pan para patos y un indio del Retiro que trae loco a Mat por el tamaño de su penacho. A mí me espera el asiento del copiloto (¡por fin!) y un ratín en el coche con mi Jiko, que me lleva al trabajo como si fuéramos novios. ¿Cómo era aquello?


Badabadbada


Esta muñeca despelujada y ocre me la trajo mi madre de un viaje de trabajo a Estrasburgo. Yo tendría unos ¿seis años? Fue "mi muñeca", esa que sobrevive a todo, y eso que yo era más de clicksdefamobil. El otro día, Mat la rescató de un armario secreto de sus abuelos y me dió en la cabeza con esos años en los que crees firmemente que los muñecos te escuchan y tienen frio y ganas de comer lo que tú no. La muñeca se llamó Bárbara desde el día uno, of course. Mateo la llama badabadbada.

Dinero para moneditas

Conversaciones de altura, comienzan a ser:

-Mamá, dame dinero.
-¿Para qué quieres tú dinero, Mateo?
-Para comprar.
-Ya, pero... ¿para comprar qué?
-Moneditas.

(Moneditas para meter en la jirafa y jirafear por la jungla de Madrid).

miércoles, 9 de septiembre de 2009

Mi Jiko panadero


Estoy llena de miga, corteza y orgullo. También de admiración. Todo por mi Jiko, porque llevo año y medio viéndole aprender en casa cómo hacer un pan tremendo, artesano y masamadre, distinto, en un horno a escala media, nuestra alacena llena de banetones, siempre sombra de harina en el suelo... y ahora su pan lo compra la gente, lo come la gente, lo alaban, claro. Año y medio viéndole tocar trigo en polvo y agua a tientas, buscando, probando, golpeando la masa, observándola, midiendo, tactando, el día separado en tiempos de fermentación, sólo con la ayuda de un libro, de la pantalla... Que todo está ahí, ya, pero hay que buscar, querer hacerlo, saber hacerlo, entregarse. Lo ha hecho todo él solo, siempre en línea recta, ni un doblez: o perfecto o nada. Año y medio dándome a probar, pidiendo comentarios, exigiendo críticas... y dándose de bruces con mis mensajes cortos ("está riquísimo" o "éste me gusta menos"), incapaz de encontrar en mi discurso más miga y más pistas (y yo pensaba ¿no es suficiente pista querer comer su pan a todas horas?).

Ahora, año y medio después del comienzo, es cuando comienza todo: Jiko al frente de un obrador (de milagros), también a tientas con la vergüenza o la humildad, aún con el no creérselo en los ojos y, sin embargo, con tanto aplomo cuando es masa lo que se trae entre manos.

El primer día que entré en [H]arina, que es como se llama "su" tienda, y le vi de blanco panadero, con los ojos distintos por fin tras meses de cuesta abajo, joder con la crisis, cuando le ví así reí para que no se me notase el nudo tontuelo en la garganta. Fue inútil. Cuando me giré y vi el cesto con SUS baguettes, no tuve más remedio que disimular: hubiese llorado y gritado, lo hice un poco, para dentro, guardándome la miga y cubiéndome con doble corteza. Esas baguettes son el final de un sueño y el principio de otro. Me muero de amor y de orgullo y de masamadre. Mi Jiko panadero.

domingo, 6 de septiembre de 2009

Tapachús

Mateo ladea la cabeza, pone cara de cordero degollao y las palmas de las manos hacia arriba, implorantes, sonrisa zalamera, voz suavísima: "¿Una to'precita para Mateo?", dice, hablando de sí mismo en tercera persona, que es como habla la gente importante... Una "sorpresita" es, a saber: una monedita o un paraguas de chocolate, una gominola, un "tapachús" de "fdeza" o "colola"... Nunca pensé que cedería yo ante esa presión-chantaje infantil, y cedo. Cedo porque sí, con plena incoherencia, con culpa luego, porque me deshago viéndole dar saltitos justo antes de coger la to'precita, los ojos llenos de felicidad absoluta, plena, de ésa que ya no volvemos a tener nunca de mayores porque somos tontos.

Tenemos otro pez: Luc


En su primer día de piscina, Luc casi se duerme. Pero entre casi y casi, palmeó el agua como un loco. Movió las piernitas extrañado de que no pesaran, apoyó su espalda contra mi pecho y de vez en cuando giró la cabeza hacia atrás para buscarme la cara, a veces para tocármela, y en su forma de mirarme hubo como un "mami-mami, esto mola", porque casi me señalaba el agua entre risas y salpicones y brazadas torpes. Y sueño.



Y mientras... a pocos metros de la piscina... ¡el terror de los columpios, de las motos, de los juguetes, de los aros... el terror de su abueloooo!!!:



Escondido

Mat grita "¡toy escondidoooo!" desde detrás de las cortinas. No sólo se coloca tras la tela, además se tapa los ojos con las manos, como si así estuviese "más" escondido. Jiko y yo nos preguntamos dónde estará, si se habrá marchado a la calle, todo a gritos, hasta que una rendija le descubre y él nos descubre a nosotros sorprendidos, una vez más.

De compras

Dejamos a Luc dormidito en el nido abuelil y Mat y yo nos fuimos de compras a H&M sección niños. Nos probamos y cambiamos, nos arrastramos por el suelo disfrazados, dejamos miguitas para encontrar la salida, hablamos con los maniquises ("mamá, mira, un señor grande"...) y payaseamos en los espejos. Fue el mejor plan de compras de toda mi vida. Y no me compré nada.

Pillados

Me gusta esta foto borrosa, oscura, de miradas in fraganti y encuadre inesperado. Mi móvil es un paparazzi de mala calidad de estos momentos de alta calidad de a tres. Mat & Mateo & Olivia, peldaño a peldaño, risas clandestinas, de la mano por la calle y el día a día.

Conversaciones

En un arrebato de amor, de esos que me dan cuando le veo hablando solo o pronunciando la palabra "hipopótamo" (hitoootatatpopopto...), le digo a Mat, mordiéndole a besos:

-Ay, Mat, ¿qué voy a hacer contigo?
-Desayunar.
-(aguanto la risa): Desayunar... ¿y qué más?
-Jugar.
-¿Y qué más?
-Un sssumito de naranja.

Con él no necesito agenda: me tiene el día organizado y las cejas en alto con estas conversaciones simples, claras. Qué risa, qué risa.

Matorilyn


Marilyn lo hizo en 1949, en calendario histórico.
Mato, el día que cumplió 2 años, sobre manta con historia.
Dices tú de glamour.