skip to main |
skip to sidebar
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjCyrb_h8lFyONucqiEbdQeplN3Y4Rv9rGL7Js5lu4qnyyiP0Z3lYVYRrV22muyy4vTPp0jRoWeMXKTsTJjGnLyN-itarpaRVpg5evaIwoHE41-9szudpB2oNHs_HLrKP9jb8aSncwjulY/s400/Jugando3.jpg)
En los próximos meses, buscadme aquí. En el futón maravilla agujero negro, donde los anuncios se duermen, las pelis se sueñan y los jikos se revuelcan a mordiscos. Faltó el Jiko grande (aunque hizo la última foto, la de la siesta vencida), pero tuve, entre medias y entredentro, riendo y pataleando, a mis dos jikos pequeños: Mateo-carcajada y Luc-fullcontact. Yo, mordida, pataleada, babeada... Más feliz que una tortuga sin prisa.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg9t-G05oFrwaWoH3WeUPaVa6OGgleCA8kfZjQGz8B3MpvVABrlhft0doiMgarkFQwUNjP0ME3KOFeg7WqKv4i2YzTh8FhdA-pcP73H61Q5-FOiYLFep1sCCeBfodC28T-KJceGwBJTPr0/s400/Jugando1.jpg)
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEilMZfRzxo8AJvC-OUgt2HIyg5u7tkbt4wensFdzp4KKg3jhzed6FcybEncY7dSY9O5BzFX70zVpD_W7FVBLeSaR9gNsB92Bgkotzs3r5rTDOtaTc8BYVP72lZJ_IG4ygcMv4J8NSCgVBo/s400/Jugando4.jpg)
Mateo terminó vencido. Yo, también. Y Luc se quedó vigilando, el telescopio en mi ombligo, para que nadie asaltara nuestro futón fortaleza.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg0Ufa-ZOZ_qjqJE9xXg7DpnZHKVMLwYH8cfP7U43ZP5uEvNDdpaWJNZAa2KokrKpGyQ0WoLRLm_YhgNx_giTM55jRXCq98XTwouncAxNT6O2S0afUYvo78b0K7xohBbn-37pOcsQXE21o/s400/Siesta4.jpg)
¿Sueñan los jikos con futones eléctricos?...
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhfofbhOxpnsUkxfUNaMKEs4Mx4mNIEH1syvRUWQSE7koR_woac6mOWEFWwQZiyBWzdSXpvkKiuU7Qc61fgtLEKLqsBnT1jh1NGhTpY6KLIWXJfzcPiWA81iCo-AmmDWjIbuPp7CrnMbfo/s400/GorroRetiro1.jpg)
La tarde era taaan fría pero taaaan bonita que, de camino de vuelta a casa, hicimos parada en el Retiro. Mateo iba forrao, pensamos que se dormiría en el cochecito, jaja: tardó cero coma en pedirnos suelo. Y dio gusto verle, claro: persiguiendo hojas, descubriendo el rastro de un avión de pronto, en el cielo, buscando el agua, señalando patos, tocando cortezas de árboles, siguiéndonos con el rabillo del ojo, por si aca nos despistábamos.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi71qKH_Z7vaB5kzVex0pV0mbEpBrTNga7BFAYs9P1AttDAY7DMP6if6JZ26nkIxFBGnwFFF5Jx4uwzGo51J9E4VHsLFz8dPH5iMwET2KWU0rZ13NF__c0sHXmk0MkOq7zU88qcEXxhO1g/s400/PapiRetiro.jpg)
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgUsqvFg0TLmVdDq7O1IQvlJqRI5LsE1I53j_R87d9V0gOFb9k4vxhZB2wx-tofafqg8imnP6igMmxloxLRvKKFc7krj42KgjXosoP6Y4x8wh7KskRGKeYqYjpX_CmJWeLfBKPYnoFNzNM/s400/Retiro1.jpg)
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgXTCF22kwEVVbS1-y_wLDxC_j1cno68r6qFCtLkJ21dR61iq26Ack_MiN0jPW1890-6mmRW1CiJN926ueQ1cm0QL79t5bNi0oMHkww_YFc_8OvEQYCfP8eDgdM5yCSp5eZlI4XZFeEW1g/s400/GorroRetiro3.jpg)
Nos fuimos casi al mismo tiempo que el sol. Mateo seguía huyendo de su propia sombra.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh9jXbVz7UP9eyshpc3nIXQxV3Xk7fvb_hP1eCV6GmQs9gALKtrMK4Yw5MteVmi_evGeQ0cwNFPn8-MfmSaJSnwlgP23kIL3bScDoQIMg8haF65XfbiKc5DmgUamWWVQWid4Yw-F8D-N4I/s400/GorroRetiro2.jpg)
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhCXI2T_d7K2sj43FULgVZEujFRaBfOxfcw1iHAV7OEQSvmool56wVZ2fAIKp8m3qVKT8jA5oCz6z3wUrzXpdY9fLgjm4ywxzmG2X6FpCy3h4WKtDWDY_KdVVJXgbn3cePo6dBPUit7IhQ/s400/Los3.jpg)
Primer movimiento de Mateo: tirarle el chupete al burro. Primer movimiento del burro: lamer lo que le acababan de tirar. Primer movimiento nuestro: llamar a un señor don empleado, mostrarle nuestros respetos y pedirle amablemente que se metiera en el corralito del asno para recuperar el chupete. Así debutamos en Faunia.
Luego vino la desidia. Nosotros, que pensábamos que Mateo iba a gritar de alegría con cada animal, nos encontramos con un desinterés indisimulado, profundo, desmarañado y algo griposo. Igual era por eso. Éste de abajo, el túnel de los peces grandes, fue lo que le entusiasmó. Y un poco los pingüinos.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh05jsBzq84F8HxrkbpbrwWhvAZUOg7kEPWqF-uEF4zfO6F8RagRehV_Z74HLrazkezF5zhXRNhH61WDAYzU73ACAoAAru99kjqq_yqXo-8CEDrpoJvUc7u6PrETpIBCB4NSoRqXCq5Gu4/s400/Mat-Acuario.jpg)
El único consuelo ante el mencionado desinterés fue el de los tontos, es decir, el mal de muchos: los amigos de Mateo: Diego, Alejandra y Gonzalo, con cuyas madres (y padre) habíamos quedado desde nuestro jueves común piscinero, demostraron la misma ilusión que Mateo. Cero. Todos roncaban cuando encontramos la salida.
¿La excusa? El curso panadero que suponía el primer encuentro "físico" entre Jiko y su bread master particular, Ibán. ¿La verdad? No necesitábamos excusa: Barcelona apetece. A Mateo el Ave le puso las pilas... quizás demasiado: no paró en las dos horas y media (¡sólo!).
Allí todo fue calle. Un gusto. Sol todas las esquinas. Tienducas apetecibles (La Italiana, las pastelerías Viader o Mauri...), calles anchas, luz. Y buen tiempo: el sábado noche ¡cenamos al aire libre! Unos perritos king size muuuuy recomendados y más recomendables aún. De los mejores de Barna, teníamos apuntado. Lo comprobamos en la terraza. En pleno noviembre. Hay gente que vive allí que aborrece esa templanza constante: echan de menos los extremos. Yo creo que sería feliz. Como Mateo en brazos de su padre, cuando el no parar que se echa encima desde que se levanta termina pudiendo con él.
Este fue el primer desayuno. En una callejuela cerca de las Ramblas y de la Plaza de Cataluña. Pa'qué más: pan con aceite y tomate, café con leche, tarta de queso, degustación de quesos, bizcocho casero. Pelín pijo, pelín tonta la camarera, pero muy chulo el sitio y rico todo.
Ya queremos volver. Lo haremos, los cuatro. Temo el tren, a toda velocidad con las pilas recargadas de Mateo y Luc.
PD. Estuvo chulo el paseo con Bárbara y Bruno (lástima que la foto esté aún sin retocar -la de la mesa, claro; la otra, de posturas imposibles, es básicamente impublicable-).
PD2: Apartado COMIDAS: Estupenda la pizza extrafina del restaurante italiano de la primera noche. Inesperada, más bien. Y apta para ser imitada (espero que pronto). Estupendo el bocata con pan de pipas de calabaza, camembert, jamón dulce y pimiento asado. Y aún me caen las lágrimas al recordar el sabor, la textura, la emoción de esos makis de langostino en tempura que nos sirvieron en Shunka, el mejor japonés de Barna. También comimos allí sopa de miso, setas con vieiras, tallarines con verduras, arroz con pollo, mochi de fresa (mmmm...), helado de té verde... Pero la lágrima es para el maki.
Ahora el baño no es bañera de Ikea, sino ducha con suelo de pizarra y surtidor caliente y tiburones de plástico amenazante y pelota de Wall*E. Es estar ahí un buen rato, lo suficiente para que el baño se convierta en Scotland Yard, y yo entre al grito de Jikaaaaaa, a levantar a Mateo envuelto en la toalla mientras Jiko se seca y lo toma de nuevo en brazos para la fase secado+crema+pijama. Yo, mientras, suelo hacer la cena. Pero a veces me escapo del menú y me quedo en el marco de la puerta mirando cómo salpican la pizarra negra y se reparten el agua en la cara, entre abrazos de tiburón.
Le pusieron tres banderillazos como tres lanzas de El Greco. La triple vírica, le llaman, con lo mal que suena. Y el pobre, que hacía un rato estaba jugando así de feliz con esos juguetes que plantan en la consulta pa'despistar, nos miró un segundo, justo antes de romper a llorar gritando (o al revés), como diciendo qué-demonios-está-pasando... y se llevaba las manitas a los muslos, queriendo quitarse aquel quemazón taurino.
Un minuto después estaba tan pancho mirando el acuario que hay en la sala de espera infantil. El nudo en la garganta aún lo teníamos nosotros, a pesar de esos hipócritas no-pasa-nada-Mateo que nos seguían saliendo del manual de padres tranquilos. Buff.
Esto de arriba es lo que se encontraría uno de CSI después del paso del huracán Mateo por el postre paterno. Apenas un par de pegotes con adn hiperdulce. Esto de abajo es lo que saldría al acabar el episodio: la prueba del delito.
Ahora hace el tonto, aposta. Le decimos: Mateo, haz el tonto. Y se monda de risa y empieza a caminar como un tonto, ladeando la cabeza, dando pasos cortos y escorados, subiendo mucho las rodillas, casi pasos de baile. Y se vuelve para mirarnos, sabiendo que ha cumplido espectativas de showman. El tonto listo.
Cada jueves, esta cara. Justo antes de llevarle a la piscina, comemos en el Vip's que hay al lado a cámara rápida. Todo por llegar a tiempo de: darle la merienda, ponerle el bañador, ponérnoslo nosotros, saltar al agua. A cámara rápida también para tener cuatrominutos en la zona de juguetes, justo antes de salir a la calle. Ya cuando dejamos la mesa Mateo empieza a hacer el sonido del burro, a tirarnos de la mano, a señalar con ese índice criminal... hasta que lo atrapa, siempre el mismo,... y descubre luego al resto de los muñecos. A partir de ese momento, asistimos a una cata. ¿Hay algún término para aludir a sumiller de juguetes? Pues eso.
Este día, de sorpresa en la esquina de la calle Génova y menú nórdico al que le faltó la ronda de sushi, empecé a echarla de menos. Andábamos las dos con panza, ella dos meses más gordita, Miguel y Jiko por delante, a buen paso (o a paso normal y a nosotras nos parecía muuuuuuy rápido...) y hace poco, justo cuando salía con el libro que le había comprado para su cumple en la mano, recibí un mms suyo con la carita recién estrenada de Guille. Tres semanas antes, el tío impaciente.
Impaciente ahora estoy yo, por verle, por ver a Miguelito mirar a su hermano, por verla a ella... y que me cuente todo con todos los detalles que pueden caber en esos cinco minutos que nos dejan libres nuestras rutinas...
Muchas felicidades. Ganas de veros.