
Creo que a Jikito le va a encantar Quevedo y Cyrano de Bergerac y Adrian Brody y, por supuesto, su abuelo materno. Va a ser un fan de narices. O ya lo es. Comenzó con nosotros: nos la besa, babea, lame, pseudomuerde, agarra y achucha con una devoción que nos mata de risa. Pero ya ha perdido la vergüenza y lo hace con todo el que le coge en brazos. La última víctima fue mi primo Pedro, es decir, el ¿tío? ¿primo segundo? ¿tío tercero? de Jikito, que también estalló de risa cuando Mateo cató la punta de su nariz antes de poner esa carita de absoluta repugnancia, que es lo que hace siempre que chupa narices ajenas. Es como la primera cerveza: que pones cara de asquito pero luego pides otra... y otra... y otra... Hasta que te coges un pedo de narices.
Más allá del lametón naricil (¿narigudo? ¿napial?), me encantó cómo se miraron.

No hay comentarios:
Publicar un comentario