lunes, 25 de febrero de 2008

Enak

Hoy me comería los kilómetros para conocerte y me dejaría un poco de hambre para comerme a tu madre a besos. Bienvenido, Enak, qué ganas de verte.

Tienen razón todas las voces que me hablan de ti por teléfono: eres igualico que tu padre, y eso que yo soy nula en encontrar parecidos entre los seres diminutos y los crecidos. Pero sí: tienes su cara, hasta la forma del pelo nos hizo pensar en Enric. Me cuentan también que está babeando, tu padre. Que pide con sonrisa y la mirada clavada en ti la cena y la comida a la habitación del hospital para no perderse un segundo contigo y con tu madre. Tu madre... Buff, cómo me gustaría haber visto su cara al mirarte por primera vez, al tocarte por primera vez, al acercarte a su cara por primera vez. Ya le pediré que me lo cuente, como cuenta ella las cosas, con esa voz naranja y cañera, tan dulce. Qué cerquita la he tenido estos últimos meses, a pesar de la distancia. Y qué ganas de verte, Enak.

Con la distancia, ya lo verás, te crece desmesuradamente la imaginación. Y si encima eres una peliculera como yo (que, por cierto, soy tu tía.. ¿segunda?... o ¿prima primera?... o yoquése, algo, pero da igual: te quiero ya), pues da para flipar. Con esto te quiero decir que cada día te veo dormir y despertarte; te veo mover los dedos diminutos, tocando la luz y agarrándote a los dedos de los que tienen la suerte de estar cerca de ti; te veo pequeño y caliente, casi te toco, te arropo y te acerco a mi mejilla, te canto cosas; y también veo a tus padres, sin terminar de creérselo aún y creyendo ya sólo en ti. Y veo a tus abuelos, a los que quiero con el alma, y a tus tíos Arancha, Pedro y Andrea, que me los como como a hermanos. Enak, qué ganas de verte.

Te esperamos en Madrid, dentro de muy poco. Para conocerte y para que conozcas a Mateo... Y para ver, seguro, que todo lo que me he imaginado desde la noche que naciste se queda muy muy corto. Me muero por verte. Enak.

*Nota: Me has hecho revivir todo, jodío, llevo tooodo el día haciendo hueco en los brazos para buscar tu tamaño... ¿Sabías que el día que naciste Mateo cumplió 7 meses?

miércoles, 20 de febrero de 2008

Después de la lluvia


Ayer llovía todo el cielo. Y sólo a mí se me ocurre aventurarme bajo el agua con Mateo embutido en la silla, plástico de por medio, abrigo y gorro. El trayecto: de casa de mis padres a la nuestra (unos tres cuartos de hora andando). Pero a la gota número un millón y al llanto número tres de Mateo forrado y asfixiado cambié de opinión. Di media vuelta, eché a correr y a sudar bajo el abrigo y la piel y llegué de nuevo a casa de los abuelos de Mateo con ganas de echarle sobre la cama, quitarle el abrigo, el gorro, los pantalones, ponerle en "culos" (como la Björk chanante) y dejarle retozar feliz. Un éxito (con imágenes gracias al instinto del abuelo Miguel): Mateo gritó de felicidad, cantó, hizo la croqueta, ensayó voces y piruetas, sonrió y rió. Fuera llovía y llovía.



Camino Soria (IV Cumbre del G-12)


Primero fue Zaragoza. Luego, Madrid. Después, Guadalajara. Y ahora, Soria. En la foto de esta cuarta Cumbre del G-12 faltan Diego y Pierre, imperdonable. ¿Qué hacíais detrás de la cámara? Ahora que lo pienso... en realidad era una foto de "las tres" con los bebés... y se coló Jiko, que pasaba por ahí (luego explico porqué "pasaba por ahí"). También faltan Goose y Noah, los responsables de que en vez del G-10 seamos el G-12. Aunque ellos tienen excusa. Excusa perruna. Bueno, al tema, aquí es donde, después de dos semanas de mails, menuses, risas y demás intercambios chanantes, estuvimos:


La casica se llama Arrabal de Valdeavellano II, y está en un pueblo chulísimo, Valdeavellano de Tera, a unos 20 kilómetros de Soria. En los tres paseos laaargos que dimos sufrimos la alucinación de comprarnos una casa allí, parecía todo tan fácil... hasta llamamos para preguntar por una que nos encantó: 750 metros cuadrados, la segunda planta dividida en tres apartamentos de 90 mts2, una parcela
urbanizable de 2.000 metros (por ahora era un huerto increíble) y... un precio, ejem, de... un millón de euros. Jur-jur-jur. Menos mal que llegó la hora de la papilla:


No se si ya se reconocen o no, pero mola verles juntos mientras crecen... ¿Cómo será cuando anden todos? ¿Cuando hablen todos? Esto... ¡¡¡Socorroooooo...!!!!!


Como para aguantar despierto...


Como para aguantar dormido...



Y, entre las mil comidicas ricas que llevábamos pensadas y que se quedaron sólo en la idea porque-no-había-horno (¡cagoen!), surgió una posibilidad alucinante: "¿Y si hacemos un pan en la chimenea?", dijo Jiko en voz alta sin saber que hablaba en voz alta. Hacía unas horas había comprado en la panadería del pueblo un par de kilos de una harina con muuuy buena pinta... y Jiko, panadero nobel, TENÍA que probar. Así que se puso a amasar ante los ojos alucinados de todos. Mari Carmen le hizo de pinche.

Amasó y amasó y preparó una placa para posar el pan sobre ella dentro del horno y una olla para taparlo. Casi parecía una ceremonia... Lo metió, pasó el tiempo... Y entonces, cuando todo parecía una peli de ciencia ficción; cuando apenas se veía nada a través de la ventana de la chimenea; cuando Diego, Pierre y Javier parecían dejarse el aliento para que el fuego mantuviese el nervio; cuando Mari Carmen insistía en relacionar aquello con las cavernas; en ese momento exacto... sucedió: un pan redondo, alto y esponjoso, dorado... ¡dicomueno! Jiko, apenas empezando en esto de la masa madre y los grados y tal, se tiró el pisto como un campeón. Esa noche lo comimos aún templado, parecía un bollo. A la mañana siguiente nos hicimos unas tostadas. Aún cuesta creerlo... ¿hacer un pan en una chimenea? Pues sí.

A mí me dio para un par de cuentos con los que arremolinar el sueño de Mateo.

Y esta es la mejor invitación para la siguiente cumbre (aunque Luci ya nos tiene una preparada en algún escenario con luces madrileño...): la habitual coronita, máximo (y único) exponente de nuestro exceso alcohólico.

Mari Carmen definió el fin de semana así: "Si esto es una guerra, que no se acaben". Pelín radical, pero asiento. Hasta la próxima.

jueves, 14 de febrero de 2008

Nadar... Tal vez dormir


Hoy, segundo día de remojo, le tocaba a Jiko meterse en el agua con Mateo. Como en todo desde que nació, nos turnamos (bueno no, él sieeeempre le voltea en el aire y yo sieeempre le corto las uñas –sigo sudando como si fuera un artificiero frente al cable azul y el cable rojo–). Bueno, a lo que te voy. Este segundo día piscinero, Mateo ha demostrado el mismo nerviosismo y/o entusiasmo en el agua que el primero. Es decir, cero. Es probable que se le junten dos cosicas, a tener en cuenta: uno, que tiene la barriguilla-buda llena (media hora antes del agua se pimpla la papillaza de frutas, yogur y cereales); y dos, que el agua está calentita. Total, que si no se queda frito es porque hay muñecajos flotando al alcance de sus dedos. Digamos que la dinámica educacional de la piscina se está convirtiendo en una sesión de relax zen. Contemplarle tiene nombre: hipnosis.




Me presta (esto va por Beni, que le presta que diga 'me presta' en vez de 'me gusta', y a mí me presta que le preste, así, en gijonés) la mano de Jiko en esta foto de arriba, cómo sujeta sin sujetar, blando y firme, cómo hace subir el nivel del agua con baba que parece agua... De la de abajo me mondolirondo: en ese momento comentábamos "si es que se va a quedar sobaooooo...". Pero no exageremos: a pesar del quiebro laxo, Mateo ha chapoteado, movido las piernas, agitado los brazos, tragado agua, sonreído y... sumergido. Sí, sí. La cabeza y todo. Comuncampeón. Glu.




lunes, 11 de febrero de 2008

Cada mañana leo Leo


La rutina tiene cosas que me gustan. Por ejemplo. Cada mañana recojo el '20 Minutos' en la boca del metro, meto el billete por la maquinita, empiezo a ojear el periódico mientras camino hacia el andén y lo abro cuando me subo en el vagón. Dos paradas después, justo antes de bajarme para hacer transbordo, ya me lo he terminado (entonces cojo mi libro). Pero hay antes un momento en el que siempre me veo riendo en el reflejo de la ventanilla. Cada día. Y es que me ha dado por leer el horóscopo, pero no el mío ni el de Jiko, sino el de Mateo. Es Leo. Y leo cosas así:

"La economía va a mejorar bastante y eso te va a venir muy bien para comprar algunos objetos que necesitabas en la casa".

"Hoy puede haber algún inconveniente o un freno en cuestiones profesionales. No te vendrá mal poner los pies sobre la tierra".

"Tendrá que echar mano de la paciencia y la comprensió
n para recuperar a su pareja".

"Su entorno familiar le agradecerá su sinceridad. Es el momento de desvelar eso que le quema por dentro"

Pero cómo no me voy a reír. Si es que me lo imagino poniendo los pies en la tierra. Con estos calcetines:

Duelo al sol


Las cuatro. Jiko desenfunda. Jikito se prepara. Uno, cuchara en mano, dirección única (cul de sac), pulso firme. Otro, brazos extendidos (puro agradecimiento), puñitos cerrados y giratorios (pura emoción), boca abierta. Cámara lenta, sólo unos segundos: la cuchara alcanza objetivo y empieza el ritmo feroz. Fuera cámara lenta. Fast forward. Jiko y Jikito, frente a frente, se alimentan el uno al otro.

Los bollos de verdad tienen curvas


Ya lo dije el otro día: me encanta que nuestra casa huela a panadería. Con esto de aquí arriba, nuevo logro de JikoPanadero, más que a panadería huele a repostería. Por eso Jiko ya es JikoRepostero. Es un Pan de leche de Hokkaido, japonés, indescriptible. Por cuestiones horarias (los panes se las traen con su hora zulú) este pan-bollo relleno de nocilla (paso de llamarlo Nutella) salió del horno a las doce de la noche. Me despertó el olor intenso. Me incorporé, aun con los ojos cerrados, y le dije a Jiko: "Aññhora miññññsmo meh tráesh un trozzzo". Y me lo trajo, calentito, esponjoso, suave y sabroso, relleno de curvas marrones a vueltas con lo mejor de la vida. Amo a Jiko.