miércoles, 13 de mayo de 2009

Patoto

Caímos. Se lo compramos. El señor Pato. El pato que Mateo debía tener incrustado en la memoria y en las manos desde la primera vez que pisamos la tienda en cuestión: siempre se aferraba a él diciendo pato pato pato, y se nos partía un poco el alma al partir, pero nunca caímos. Hasta hoy. Aun no se por qué.

En la calle le preguntamos a Mat cómo iba a llamarlo. ¿Paco, una vez más? No. Patoto, dijo. Patoto. Como si ya tuviera nombre y fuese ése y estuviéramos preguntando una estupidez.

Patoto hace la bomba en la bañera con Mat.

No hay comentarios: