Después de nuestro primer viaje a Asturias en tren hemos hecho juramento de no volver nunca más en coche. Qué gusto, madredelamorhermoso. Desayuno compartido, auriculares mágicos, música, una peli nevada por las ventanillas. Y alguna carrera por el pasillo. Para repetir, cien veces. Mil.
Casa de los abuelos Beni y Luis en "Goviedo". Reencuentro, búsqueda, inspección... y recuperar tiempo y manos. Vaya desayunos, vaya despertares, casi un campamento, neninos felices. La abuela, más. También nos comimos dos panacos de concurso. Y dimos forma y sombras a un dino de plasti.
Mientras el Jiko mayor y el jikito más pequeño dormían con las caras junticas, Mato y yo pegamos las nuestras para un curso intensivo de expresiones. Caretos en el tren. Y risas. Muchas.
Fue decir "helado" y ¡la que se montó! Primer mordisco, el placer. Segundo, el pringue. Fue el suelo el que más comió, al final. Y ellos, los que lamieron hasta el palo.