skip to main |
skip to sidebar

Año I. Balance:
Enseñarte a respirar fue lo primero. Cuando estabas aún dentro. Aprendí a intuir tu ritmo, a igualarlo con el mío, a saber de pausas y cambios y necesidad de espacio, de jauja o de calma. Ya fuera, aprendí a oirte respirar incluso a varios metros de distancia. Resultó que tenía poderes.
Enseñándote a comer aprendí magia. ¿Yo, productora de leche? Aprendí que la naturaleza me planta cara y me calla la boca cuando creo que se o que controlo. Entendí lo que es sacar adelante a alguien, minuto a minuto. A veces creo que dejaba de respirar yo.
Enseñándote a mirar aprendí a enfocar. A ver nítido lo que quiero y a difuminar lo prescindible. Aprendí también a ver con tus ojos, a mirar distinto, a entender de nuevo todo.
Enseñándote a tocar aprendí que lo que es suave suele ser agradable... y aburrido, y lo que es rugoso interesa y despierta. Aprendí que lo cálido adormece y que el aire estimula y fortalece. Yo, que siempre tengo frío.
Enseñándote a reir aprendí que debería hacer más el payaso.
Enseñándote a dormir aprendí paciencia y entrega. Aprendí a esperarte, a que mis ganas no imponen nada, a que si aceptaba la situación y me relajaba, sabiendo que dormirte podía llevarnos tiempo, entonces te relajabas tú, y todo se quedaba en minutos. Aprendí a entender (otra vez) que las cosas vienen cuando dejas de buscarlas.
Enseñándote a jugar aprendí la importancia de jugar. Sobre todo de mayor.
Enseñándote a querer aprendí a descubrir (redescubrir) a quienes quiero. Y a matizar lo que siento por los que no quiero.
Enseñándote a volar (eufemismo) aprendí a querer borrar mis miedos... o a hacerlos transparentes, para que no los hagas tuyos. Por eso te llevé encima en el avión. Aprendí que me das fuerza.
Enseñándote a andar aprendí a verte solo. Por tanto, a desatarme, desatarte y dejarte ir. A pesar de las esquinas.
Enseñándote a controlar ese genio que te sale de cuando en vez, aprendí coherencia y también el peligro del chantaje. Aprendí a aguantarme las ganas de dártelo todo.
Enseñándote el espejo aprendí a ver en el otro lado del reflejo a tu padre. Y a no querer ver, tocar, mirar, sentir, tener, pensar nunca otra cosa, salvo él.
Enseñándote a compartir aprendí que nada es mío. Ni siquiera tú.



Esto sólo en nuestro primer año juntos. El siguiente y los siguientes ya te iré enseñando lo que voy aprendiendo contigo, Mateo.
22, julio, 2008.
A estas alturas, nuestra cuarta coordenada ya supera los 6 centímetros y los 3 meses de vida.
A estas alturas, nuestr@ lenteJik@ saluda con mano diminuta en la ecografía. Junta los pies, mueve el culo.
A estas alturas, Mateo se asoma a mi ombligo, intuyendo, acercando la boca, el índice (es verdad).
A estas alturas, Mateo es ya el mayor.
A estas alturas, los Jikos ya somos cuatro.
A estas alturas no pensábamos que pudiéramos sentir más.
PD: A estas alturas tenemos clarísimo el nombre si es niña. Y un problemón manifiesto y denso si tenemos que ponernos de acuerdo con otro nombre masculino.
24 de julio, 2008. 18:20 horas. Hace exactamente un año, Mateo tenía 5 horas de vida y ni papa de lo que era la tarta de chocolate. Pocos minutos después de esta foto, daba alaridos de placer y se relamía los morros manchados de marrón y galleta. Una vez y otra. Y nos miraba con agradecimiento cósmico. Explosionaron los genes paternos gracias a esa tarta de BeniAbuela con la que Mateo sopló (es un decir) su primera vela.

Abrir los regalos. Un acto de papel arrugado, el mejor juguete. La seta de Moltó (arriba) vino con MariCarmen (y con ella, las ganas de haber tenido allí a Pierre, a Paola y a Lauri, en fase de recuperación...); y el andador (abajo) llegó a medida con Capa y Silvia, que ya tienen cara de campo y gustico de casa nueva. A ver si vamos.
En fin, Mateo tampoco tiene ni papa de lo que es un cumpleaños, pero por cómo se le plantó la risa toda la tarde, debió entender que aquello era distinto, y que el jaleo, los regalos, la gente y, ay, la fanta, deberían ser obligaciones de cada tarde.

Mateo, Mateo y Olivia, conexión tequila. Pocos días después de esta foto los tres salpicaban como tres salmonetes en una piscina Toy que promete ser todo un parque acuático en pleno San Bernardo. Pero esta tarde, la de la foto, tenían muuucho trabajo:

Aún sin nombre, el caballo, otro regalo (de MiguelRosaAbuelos), se buscó la vida entre el césped (le pilló JikoPaparazzi, especializado en robados con alta sensibilidad), aún lejos de Mateo pero sabiendo que en cuanto le cogiese la medida al lomo no iba a poder escapar. Así ha sido. Ya lleva dos días seguidos de piscina con MateoJinete.
El sitio, una sombra en el parque adosado a Debod, se queda como cita campestre para próximos picnics y/o siestorros con bebés. Hasta parecía que no hacía calor.

Como un alcalde en campaña, Mateo saludó y besó con especial entusiasmo. No es coña. Esa tarde tuvo cariño y arrumacos pa'exportar. Menos a su madre (a la que ya tiene muy vista y babeada...) y a su padre (al que soba y arrechucha cada hora), JikitoUnAño se pegó con calor a todos:
A la abuela Rosa...

...a la abuela Beni (faltaron, cachis, los dos Luises)...

...a su tiabuela Silvia y a su prima¿segunda? (qué lio...) Andrea (ay, os echamos de menos; Teté, Arancha, Pedro, Bibi, Enak, Enric...snif)...

... a su abuelo Miguel...

... a su tocayo Mateo...

...a la irresistible Olivia...

... y, por supuesto, a la Yaya, de la que le hablé al oído durante un paréntesis fiestero para recordarle que tenemos que repetir este fiestorro cuando ella vuelva de Peñis. Mateo sí, sí, sí con todos los ojos.
Jiko cumplió un sueño atrasado de recordar un sabor infantil y materno: la de la tarta de chocolate, mantequilla y galletas María que Beni preparó para su nieto... ¿o fue para su hijo?:

Ay... nos quedan poquitas horas en los madriles, Mari... Aprovechemos, pues. Antes de iros a Ayamonte (cita en septiembre, prometido), tarde de pisci con las niñas recuperadas y abrazuelos de despedida... Buff, vaya trago, amiga.

Aunque no lo parezca, por aquello de pegarse a manos gigantes, Mateo ya anda... Por eso se empeña en ayudar a caminar a su abuelo y a sus abuelas... Altruista nos ha salido:


Imprescindible esta fotico de abajo: hubo otros juguetes, concretamente uno recién incorporado a la JikoFamilia llamado HTC Black Diamond (o algo así... Ups, me sopla mi Jiko al leer esta entrada que no es "Black", sino "Touch" Diamond, y que "tiene GPS, Jika, y una interface revolucionaria y 4 gigas de memoria interna..." y digo yo que me dará algún masaje en los pies, sipuéser). Para Juanjo, Jiko y Capa fue como la Seta para Mateo, Mateo y Olivia.

Lástima que las fotos no tengan sonido. Aquí tuvimos la banda sonora impuesta por el cuchillo de la tarta, con la melodía de "cumpleaños feliz" incorporada... Simpón. Y divertido.
Hubo también busca y caza de hormigas...

Y, para terminar, un brindis. Por Mateo. Año 1.
Feliz cumpleaños, mi vida.
Fue un paréntesis de horchata, fiebre y leche merengada en Peñíscola... La luz blanca que hay detrás de Mateo, de su índice y de mí me recuerda las décimas cabronas y los párpados pesados.
La leche merengada mató al paracetamol.