domingo, 7 de marzo de 2010

El repertorio de Luc

Luc gruñe con los bracitos en alto porque imita al dinosaurio articulado del cuarto. Como nos hace reír, insiste. Y luego saca la lengua y se gira con la mano en la espalda. Mirando de reojo. Ampliando repertorio.

Mat en el coche

Ésta es la cara de Mat al pararse el coche. Otra monedita más. Dice.

Despertarnos un sábado

El sábado por la mañana me quedo en la cama porque todos los demás días tengo que abandonarla rápido. Así que hablo en silencio con Jiko mientras los jikitos despliegan su cuartel general sobre el colchón y bajo la almohada. El avión de Mickey siempre termina estrellándose. Es el momento de preparar el desayuno.



En la cama de Mateo

Luc ha aprendido a subirse a la cama de Mateo y le asalta los sueños porque le echa de menos. Mateo nunca se enfada: abre los ojos, mira a su hermano aún sin ver del todo y dice con la lengua de trapo: "Lukiiiiiii...". Y se ponen los dos a hacer el dinosaurio.

Andando por la calle

No se si le emociona más a Luc aprender a caminar por la calle o a Mato llevarle de la mano.
O a mí ser arrastrada por los dos (aunque Jikopaparazzo me corte la cabeza).

El Brunch


Hubo un día, hacía frío, en que los dos se durmieron al tiempo y pudimos encontrar en TOMA, un restaurante enano y cercano, un hueco para su sueño en cochecitos y otro para nosotros. Este brunch, obra de Joe, un americano en Madrid, fue un paréntesis lleno de salsa benedict, beicon en su punto, manzana con canela, french toasts...

jueves, 25 de febrero de 2010

Así cenamos

Así son nuestras ocho de la noche. Jiko con Luc encima, lleno de sueño y de leche caliente, a punto de cuna. Yo con Mateo, batallando la cena, negociando el postre, aguantando la risa cuando hace el helicóptero con un melocotón, limpiándole la boca, a punto de cuento y cama. Cuando acabamos, Jiko y yo nos rendimos en el futón. ¿Alguna vez fuimos sólo dos?