Mismo cielo, mismo montículo, mismo grito de guerra y una sorpresa: ¡encontramos la moneda que enterramos en la misión anterior! Nos dimos con un céntimo en los dientes. ¡Somos ricos! Y nos invitamos a comer.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario