miércoles, 30 de enero de 2013
Velociraptores
Pon cara de dino. Les dijeron en el taller de Ciencias. Y al pie de la garra. Nuevos Ministerios fue el Cretácico y los chicos (los Mateos, Oli, Luc), velociraptores. ¿Comen linguini los velociraptores?
¡Piratas!
El cole ha dado coordenadas para Carnaval y nosotros, de cabeza al abordaje, ajustamos parches con dos semanas de adelanto ¡Ja! No podían haber dado más en el clavo. ¡Vestir de piratas a dos bucaneros!
Desmontando a Luc
Eligiendo bici para su cumple inminente. Pero cuánto falta, insiste. "¿Cuándo voy a dejar de tener los años de siempre?", se lamenta. Adelantamos trámite: vamos a que pruebe una bici, a ver cuál. La cosa es: comprarla a escondidas, meterla en el maletero hasta el dia de su cumple. Es el regalo de los abuelos, los tres. La elección está hecha, pero, ay, falta el interrogatorio:
-¿Y qué pasa si los abuelos vienen a comprarla y no saben qué bici es?
-Lo sabrán, Luc, porque hemos dejado un papelito con tu nombre pegado a la bici. Está reservada para tí.
-¿Y qué pasa si los abuelos no saben venir a la tienda?
-Pero saben, Luc. Saben.
-¿Y qué pasa si hay una tormenta y se cae el techo de la tienda y aplasta toooodas las bicis nadanjas?
-No va a haber tormenta, y si la hay, no tira el techo de la tienda. Tranquilo.
-¿Y qué pasa si los abuelos se confunden y compran una bici verde?
-No, porque esta bici que has elegido ya está reservada, sabrán cuál es.
-¿Y qué pasa si a los abuelos se les pincha una rueda y no pueden recogedla? ¿Y qué pasa si nunca dejo de tener tres años y medio? ¿Y qué pasa si nunca tengo mi bici? ¿Cuánto falta para mi cumpleaños? ¿Cuándo voy a tener mi biciiiiiii? ¡Quiedo mi biciiii!!!!!
Animalito mio.
-¿Y qué pasa si los abuelos vienen a comprarla y no saben qué bici es?
-Lo sabrán, Luc, porque hemos dejado un papelito con tu nombre pegado a la bici. Está reservada para tí.
-¿Y qué pasa si los abuelos no saben venir a la tienda?
-Pero saben, Luc. Saben.
-¿Y qué pasa si hay una tormenta y se cae el techo de la tienda y aplasta toooodas las bicis nadanjas?
-No va a haber tormenta, y si la hay, no tira el techo de la tienda. Tranquilo.
-¿Y qué pasa si los abuelos se confunden y compran una bici verde?
-No, porque esta bici que has elegido ya está reservada, sabrán cuál es.
-¿Y qué pasa si a los abuelos se les pincha una rueda y no pueden recogedla? ¿Y qué pasa si nunca dejo de tener tres años y medio? ¿Y qué pasa si nunca tengo mi bici? ¿Cuánto falta para mi cumpleaños? ¿Cuándo voy a tener mi biciiiiiii? ¡Quiedo mi biciiii!!!!!
Animalito mio.
¡Ricos!
Mismo cielo, mismo montículo, mismo grito de guerra y una sorpresa: ¡encontramos la moneda que enterramos en la misión anterior! Nos dimos con un céntimo en los dientes. ¡Somos ricos! Y nos invitamos a comer.
Cuentos chinos y decibelios
Cuentos chinos a punto de apagar la luz y el Jiko lidiando con dos insomnes que rodean y hostigan al testigo de sus sueños. Porque caen. Despues de esto, caen. Y roncan como alumnos disciplinados de un buen maestro. Tres bandas de decibelios...¿Deberían indemnizarme?
Censura
Seguimos a lo loco. Cuando es tiro libre, como este de arriba, todo es grácil, vaporoso. Cambia cuando es "de cabeza": el cuerpín se vuelve un guiñapo de brazos extendidos detrás de la nuca y rodillas de goma que inducen al planchazo. Inevitablemente. Me han prohibido sacar fotos de esa modalidad.
Escapadas
Mini-escapada de los Jikos. Brevísima: hora y media. Croquetazas en el Nájera, una caña, un mosto, un beso. Chau chau. Hasta la noche. Nos acordamos de los cromesquis. Y de cuando el tiempo era infinito.
viernes, 11 de enero de 2013
Delinquiendo
Aquí donde los véis, acaban de delinquir. Entendiendo como delito: planear, robar, esconder, deglutir... un bote de lacasitos. Es increíble cómo tiran del silencio cuando cometen fechorías. Ni me enteré hasta que no los vi escondidos en una guarida improvisada entre camita-armario-cajones-puf y escuché unas carcajadas cósmicas enmarcadas en un hermoso churrete de chocolate multicolor.
De cuento
Apenas se nos ve. Sombras de cuento, somos. Su último momento del día. Esa noche tocaba un cuento en imágenes. Un potro oscuro. Y el Jiko para retratarlo y oírle cabalgar hasta los primeros ronquiditos.
Gusanitos
Uno de los aciertos de los Reyes fue este juego/juguete de gusanitos que mojas y pegas y creas cosicas. Agradecidísima, sus majestades. Qué tarde de risas (y las que quedan) armando coches y animalacos y piratas y alienígenas. Mateo hizo estas maravillas de abajo: cocdrilo, elefante... Vamos camino del zoo completo.
Los Reyes Magos
Por esas caritas con párpados aún a media asta y emoción desatada pagaría los millones que no tengo ni me importa. Todo explotó con un grito a las 7 de la mañana y una incógnita desde debajo del edredón: "¿Mamá, papá... ¿han dejado algo...?". El resto fue locura, algarabía, gritos, u-n-a-m-a-r-a-v-i-l-l-a. Qué día, el siguiente, de pijama y juegos de paleontólogos, pintores, constructores, ¡piratas!
A los dos días, Luc preguntó cuándo venían los Reyes de nuevo. "Uf, cariño, justo dentro de un año". Y salió gritando en busca de su hermano, bracitos al aire, sonrisa explosiva: "Mateoooo, vienen los Reyes el año que vieneeee!".
A los dos días, Luc preguntó cuándo venían los Reyes de nuevo. "Uf, cariño, justo dentro de un año". Y salió gritando en busca de su hermano, bracitos al aire, sonrisa explosiva: "Mateoooo, vienen los Reyes el año que vieneeee!".
La Cabalgata
Cabalgata tricantina con amigos del alma, bolsitas personalizadas, lluvia de caramelos, fuerzas del orden que giraban la cabeza y la sirena al grito multitudinario de 'Baltasaaaaaaaar". Qué emoción. Y qué roscón de nivelazo del Jiko, ya tradición, con piedras preciosas guardadas con enchufe.
Al volver a casa, a definir estrategias: dónde colocar el barreño con agua para los camellos (pobres, cuatro pisos andando), los vasitos de leche para los Reyes, un cuenco de generosidad con parte de los caramelos recogidos en la Cabalgata. Y nervios, muchos nervios. Y no hablo de los chicuelos, que también.
Al volver a casa, a definir estrategias: dónde colocar el barreño con agua para los camellos (pobres, cuatro pisos andando), los vasitos de leche para los Reyes, un cuenco de generosidad con parte de los caramelos recogidos en la Cabalgata. Y nervios, muchos nervios. Y no hablo de los chicuelos, que también.
La carta
Una 'forguneta', un barco pirata, colores y el lugar donde viven los monstruos. Lista detallada de peticiones a sus majestades que, diligentemente, fueron depositadas en el buzón en sendos sobres con dirección abstracta: Ático real, puerta B.
Cosas de Luc
Por esta cabecita (recién rapada) pasan cosas maravillosas, cuentos breves de Pulitzer, ideas asombrosas con palabras amorosas. Titulos espontáneos, mirando al cielo, como: "La luna es un paisaje de nata". Y párrafos delirantes como: "Cuando sea mayor y me convierta en ningún papá ni ninguna mamá ni nadie de los que estamos aquí, voy a ser... talador de árboles". Un punsetito.
Desforgarse
¿Sol? ¡Al Retiro! A correr como guepardos, saltar como monos, reir como... hienas. Pompas de jabón gigantes, madrigueras para mapaches, circuitos dálmata, ardillas sin miedo. Y de postre, un perrito caliente. Vacaciones = no cocinar.
Fans del Conde
Nochevieja... y tal
Decidimos
hacer un fiestorro. Un guateque. Un jarigüay. Así que: globos,
carteles, menú especial, música a tope, bailongadas a caballo (solo hay
testimonio de eso, con los más exaltados: Luc y yo) y un aguante sideral
de los chicuelos, empeñadísimos en "vivir" sus primeras campanadas. El trato fue: 12 uvas no, 12 lacasitos sí,
puestos en fila, en un mantel en el suelo, para recibir el nuevo año de
picnic. Qué risa les dio eso de besarnos y abrazarnos después de lo del
reloj. Y aún querían más. Más marcha (y más lacasitos).
Grito hortelano
Fuimos al huerto y estaba cerrado. Nos pusimos a hacer el tonto en la puerta. Hacer el tonto: bordear charcos profundos (sin katiuskas), subirnos a un montón (inestable) de tierra y gritar hortelanadas como la de la foto. Tomateeeeeeeeee, calabacíiiiin, brécoooooool. Se escuchó en la M-30.
Luces de ciudad
Blanco y negro para el encendido de luces de la ciudad. Así iban en el autobús, extasiados, deslumbrados, somnolientos: los destellos fueron nana, de pronto.
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