sábado, 29 de septiembre de 2007

Encuentro esperado (y rayado)


¡Por fin pudimos reunirles a los tres! A Mateo-Jikito con los gemelos Mateo y Olivia, cuyos padres, nuestros amigos Juanjo y Pepa, ya se han ganado, estos dos meses pasados, mil diplomas a la paciencia, la resistencia y el mérito al sacar adelante con una sonrisa y cien bostezos a estos dos serecitos. Son cinco días más pequeños que Jikito, así que es fácil entender todo lo que nos une con ellos... Y no sólo hablo del parto y los primeros días de vida de los bebés, sino también de los meses de embarazo, en los que Pepa y yo compartimos risotadas llenitas de hormonas, jaja.

Pues lo dicho: por fin les hemos reunido, porque desde que nacieron apenas pudimos vernos una tarde y por casualidad, en un paseo en el que los tres, encima, estaban dormidos como cestos, y nosotros cuatro, con un sueño cósmico (eso no ha cambiado). Así que es comprensible nuestra ilusión por volver a juntarles... todos despiertos. Sin embargo, y a pesar de nuestra ilusión, los enanos como que no mostraron "tanto" interés: mirando la foto, parece que los Mateos están 'rayados', y no sólo por los pijamas. Mateo junior (a la izquierda) se arranca por soleares antes que mirar a la fotógrafa; Mateo senior (centro) está básicamente hasta el moño de la sesión; y Olivia, aunque asoma una tímida sonrisilla, como que pasa de posar y prefiere entretenerse con la esquina
sur del techo, que está interesantísima, por lo visto. Entre esta poca disposición de los modelos y entre que un amigo que cenó el otro día en casa ha tocado la cámara y la ha despiporrado y ahora todas las foticos salen borrosas, hay que asumir que esta foto es un desastre. Vale. Pero es el único testimonio del encuentro, así que vaya por delante su valor "periodístico".

NOTA: Pepa, pongo en tus manos la solución: espero que me mandes la foto que hicimos con tu cámara, a ver si en ella estos tres enanos muestran un poco más de interés por el encuentro. Más: mola saber que nos esperan muchas tardes de parque y sueños y trastos y primeras sílabas todos juntos, ¿no?


PD: Ójala le hubiéramos puesto este pijamilla a Jikito cuando aún no podíamos cortarle las uñas... Esas uñas laaaargas y criminaaaaaales. Hubiera sido un estupendo Freddy Krueger...

jueves, 27 de septiembre de 2007

Círculos de vida


Hoy he vivido uno de esos círculos de vida en el que todo encaja y acaba y empieza y vuelve a cerrarse y a abrirse y a empezar. Cuando yo tenía apenas un mes de vida mi madre, que tenía 22 años, me llevó a la casa de Peñíscola con su hermano Pedro, de 18 años. Era verano y mi padre tenía que currar. Me acostumbré, me cuentan (aunque es de esas cosas que de tanto imaginarla y escucharla casi es un recuerdo propio, nítido, y soy yo la que se lo cuento una y otra vez a Jiko), a dormirme agarrada a los pelos del pecho de mi tío, que me cantaba en un árabe inventado. Dice que mis dedos se agarraban tan fuerte que se moría de dolor. Pero aguantaba. Para mí es un recuerdo calentito y siempre me ha atado a mi tío de una forma especial. Cuando nos juntamos en reuniones familiares o en citas improvisadas (suelen haber viandas de por medio) siempre hay una mirada cómplice entre él y yo, o un apretón de mano o de brazo o de ojos. Me ha escrito cosas preciosas, y no hablo sólo de lo que leyó en voz alta y quebrada el día de mi boda. Ese verano de pelos y árabe de 1972 empecé a llamarle Teté... y hasta hoy. Hoy ha cogido a mi hijo en brazos. Lo ha puesto en su pecho y a mi casi me explota el mío.


Para completar y seguir ese círculo del que hablaba al principio, su hija, mi prima Silvia, está embarazada. Es un niño y se llama Enak y ya se mueve dentro y nacerá a finales de febrero. Y ya fantaseamos con las escapadas que se harán Mateo y él a Ibiza a escondidas... Hoy Silvia ha sujetado a Mateo y no se ha sujetado las lágrimas. La entiendo tanto... Embarazo y lágrimas son todo uno, pero yo ya no estoy embarazada y ver estas dos imágenes hoy me han puesto un nudazo en la garganta de órdago. Nadie se ha dado cuenta porque hoy todos, Silvia (madre), Andrea, Arancha, la Yaya, mis papis, Carmen y nosotros, los Jikos, les mirábamos a ellos. Y a papá-Enric, que estaba más radiante aún que de costumbre.

Qué suerte tienes de tenerlos a todos, Mateo.


Auuuuuu / Erour


Así ando. Con la mirada perdida de cansancio y gusto. Y no se por dónde empezar. Llevo taaantos días sin hacerle caso a este blog que no se si pedirle perdón, empezar de cero, hacer ahora mismo diez entradas seguidas o hacerme la loca. Pero es que entre el viajecito a Gijón, un catarro febril que me tiene tontuela y las demandas constantes de Mateo no he sacado hueco ni lucidez ni pulso para sentarme a escribir. Pero aquí estoy. Y como tengo en la cabeza todo todito mezclado por días y colores y sonrisas y nuevas sílabas, ahí va una especie de resumen para ponernos al día. Como siempre, Mateo es la línea argumental. Comenzamos en el coche, dirección: Gijón:


Fuimos a que Beni y Luis, mis suegros, oliesen a Mateo. No le veían desde principios de agosto y claro, hay un mundo entre la mirada velada y los apenas 3 kilos de Jikito de esos primeros días de vida a la mirada clara y fija de ahora, a sus 5 kilos y medio, a sus mofletes-melocotones, a su nueva forma de estar aquí, recién llegado desde hace ya un siglo. Así que decidimos irnos, pero de incógnito, por aquello de sorprender, que siempre mola. Era el primer viaje de Mateo, aventura MaxiCosi, pero como que estábamos más emocionados Jiko y yo. Porque es entrar en el JikoTouran, arrancar, y Jikito se rinde a Morfeo como un bendito. 100 kilómetros. 200. 300. Y ni pio. Ponemos música, Amy Winehouse, y Jiko me mira por el retrovisor y de un vistazo cortado por el marco del espejo me cuenta mil historias de nuestra forma de viajar antes. Antes de Mateo. Antes íbamos cogidos de la mano. Ahora se la doy a Jikito, que ronca como un leñador. Me gusta verles en el coche, pero más aún verles dormir juntos.


Lo de la sorpresa a Beni nos salió redondo. Aparcamos delante de su casa, Javier sacó el móvil y marcó y en ese momento Beni salío del portal, si
n vernos. Nos pusimos a caminar detrás de ella, Javier le preguntaba cosas por teléfono, y ella contestaba sin terminar de sentirnos en sus talones. Hasta que nos pusimos a su altura y entonces ella giró la cabeza y tardó un segundo eterno en comprender que éramos nosotros y fue entonces cuando bajó la cabeza enseguida, buscando el carrito y la cara de Mateo. Y allí estaba, mirando hacia arriba con sus ojos azul oscuro, sin saber que sólo con eso estaba haciendo a una personica la más feliz del mundo. Se que suena cursi, pero es que Beni se iluminó entera. Luego llamamos a Luis y fuimos al parque a calmar a Mateo, que decidió inaugurar la visita con un llanto ñoñete, como diciendo éste no es mi parque.


Un día en Gijón, otro en Oviedo (qué bonito, qué bien comimos en Faro Vidio -bocartes, calamares, bollo preñao de morcilla, chorizo a la sidra... Dicomueno-, qué chulo fue celebrar así San Mateo) y el último en el Palacio de Libardón, donde Sandra y su madre nos recibieron con ganas sólo de ver a Mateo. Nos prepararon la misma habitación en la que estuvimos cuando nos casamos y todo nos sonó bonito. Esos días estrenamos para Jikito una bañera hinchable, regalo de mi amiga de siempre y de ahora, Lara, y también ropa de ser humano mayor, porque hasta entonces Mateo sólo había utilizado bodies. Pantalón, camiseta y chaqueta, todo pichi. Le sienta bien el azul marino.


Hablemos de avances y sílabas. Las que ha aprendido Mateo resumen de un modo asombroso su estado de ánimo, dependiendo del momento. Que se lo está pasando teta: entonces el sonidillo es "auuuuuuu", con los ojos sonriendo. Que se está encabronando y no le gusta un pelo lo que le hacemos: entonces el aullido es: "erour" (se pronuncia como error con acento yanqui). Lo mejor: comienza a sonreír a lo loco:


A otra cosa: estrenamos pediatra. Se llama Mario, es mu majo y tiene Parkinson. Así que cuando le coge a Mateo "la pistolita", como él la llama, Jiko y yo temblamos (también) y nos llevamos la mano, inconscientemente,
a semejante parte, como si esa estampa fuese a calmar el dolor de Jikito con la operación semanal evita-fimosis. La verdad es que, salvo un leve gritito, apenas protesta. Por lo demás, Mario tiene muy buena pinta y nos ha dado un remedio estupendo para la manía de Jikito de cagar de cuando en vez, en vez de todos los días. El invento se llama Eupeptina y es mágico: Jikito caga que da gusto, y nos evita así tener que ponerle supositorios de glicerina. Por cierto, al preguntarle sobre las ventajas o inconvenientes de estos supositorios este ilustre pediatra, de edad considerable, nos dejó esta frase: "Todo lo que sea hurgar en el ano, malo". Glups.


Más. Mateo acaba de cumplir dos meses. Comienza a ser persona y comienza a tener "sus cosas". Por ejemplo: sabe cuando tiene que llorar de coña pa'tomarnos el pelo. No le salen lágrimas y de reojo nos mira mientras arquea la boquita hacia abajo en un puchero que, de no saber su morrazo, nos rompería el alma. Lo dicho, mucho morro.


También nos amasa. Lo hace cuando está a punto de dormirse. Con los ojitos cerrados abre la manita e intenta agarrarte la carnecilla del cuello o de la espalda o del pecho o el dedo gordo, depende de cómo esté colocado. La sensación es extraña, como un cosquilleo. Es la caricia más alucinante del mundo de las caricias.


PD: Tras una lucha de ríete tú de los 300 de Esparta, Jiko y yo estamos consiguiendo que Mateo duerma 8 horas seguidas, sin bibe de por medio. Hurra. ZZZZZZZzzzzzzzz...

jueves, 13 de septiembre de 2007

El cumple de mi padre


Hoy es el cumpleaños de mi padre. 38 tacos. Me parece un mogollón. ¡Pero si mi mes y medio me parece toda una vida! Ya me he visto las manos y los pies, conozco el tacto del agua y el sabor de la leche, y ya casi casi he aprendido a sonreír (lo que llevo peor es lo de cagar porque es un asco y porque no me apaño muy bien..., pero eso es otra historia). Al tema. Que mi padre cumple años. Y debe ser algo importante, porque mi madre, que había comprado los regalos en pequeñas escapadas absurdas (dejándome a solas con mi padre, qué morro), ha aprovechado la nocturnidad de mi toma de las seis de la mañana para sacarme los eructos (rutios, los llama mi padre) a toda hostia y dejarme en la cuna para sacar los regalitos del armario.

El caso es que la muy burra, a pesar de meterse en el baño para no hacer ruido, ha montado un escándalo con las bolsas de mucho cuidado. Así que yo
, por putear, me he puesto a llorar para despertar a mi padre, que en ese momento estaba dando un concierto de cuerda y trombón. Jeje. Así que me ha cogido en brazos y hemos ido al salón justo en el momento en el que mi madre venía corriendo con un ataque de risa. Qué te pasa, le ha preguntado mi padre. Y mi madre ha balbuceado algo entre la risa que no hemos entendido ninguno de los dos, aunque los dos ya sabíamos de qué iba la vaina: ruido de bolsas en la madrugada del cumple de mi padre... Blanco y en botella, ha pensado mi padre (y yo he deducido: un biberón).


Pero hay más. Ha sonado el timbre y era un señor que traía una bandeja con globos y un desayuno lleeeeeeno de cosas con chocolate para mi padre. Era el regalo de mis abuelos de mamá, que hacen regalos así de chulos. Mi madre me ha cogido en brazos (a mi ya me estaba pareciendo aquello demasiado barullo) y me ha colgado del bracete una bolsa y otra más y he sido yo el que le he dado a papá los regalos (los auriculares y la camiseta de la foto de arriba: ¿a que me quedan de coña?) y luego le hemos hecho una broma y le hemos "dirigido" por la casa diciendo "frio-caliente" hasta que ha encontrado el último regalito, que era un señor de goma muerto para poner un boli. Este regalo no lo he entendido muy bien, pero papá se ha descojonado y le ha dado a mamá un beso de amor.


Y ahí he dicho basta porque había demasiada atención dirigida a cosas que no era yo y me he puesto a berrear para que me mirasen y jugasen conmigo. Así que, jeje, han aparcado la tarta, las velas, los globos, los regalos y los besos de amor y me han puesto en culo en la cama y me han hecho tonterías de esas con las que intentan que me ría. A mí, la verdad, me hace gracia, pero me hago el loco mirando el techo. Al final sonrío y hago ruiditos y aprovecho a hacer pis justo cuando me quitan el pañal, porque me hace más gracia aún verles intentando de pronto no entrar en la trayectoria del pis.
Mola esta vida.


Feliz cumple, papi.

PD:
Me he puesto a pensar en qué me regalarán en mi primer cumple (he oído a mi padre decirle a mi madre que debería comprarme un iPhone. No se qué es).

martes, 4 de septiembre de 2007

De cenar, jabón


Quedaban unos 15 minutos para su cena y ya estaba hambriento. Y de pronto, horror: ¡¡¡se nos había olvidado bañarle!!!!!!!!!!! Aaaahhhhhhh!!!!!!!!! Dudamos. Y ganó la desparasitación. Así que a toda leche: prepara agua, ajusta temperatura, desviste al niño, haz piruetas para que no llore (odia que le desvistan, pudoroso él), echa el jabón justo (las primeras bañeras parecían una cerveza alemana enooorme, por la espumaca), y prepara el biberón justo para cuando termine la aventura. Y así fue. Todo en un pispas...

...Le metemos despacito, se calma (¡es que ya le gusta el baño!)... y deduce que esa noche hay combo: baño y cena juntos. Así que en esta foto que veis está el pobre lamiéndose el jabón de los brazos como si fuera una tapa de jabugo.

lunes, 3 de septiembre de 2007

LoboJiko en Guadalajara


Íbamos en el coche. Despacito. Por Guadalajara (provincia). De pronto, un cartel, un pueblo: Auñón. Y una conversación:

Jiko: "Mira Jika, este es el pueblo del cantante ese, Rafa"...
Jika: "...Sí, Rafa el delauñón".

(Jikito abrió el ojo derecho y me miró desde la maxicosi antes de volver a dormir... qué-pensará-de-nosotros).

Jiko y yo nos miramos por el espejo del retrovisor antes de morirnos de risa.

Y esta es la historia de cómo conocimos el pueblo de Rafa, el cantante delauñón, y de cómo desde entonces tarareamos a lo tonto Lobo hombre en París... Pero por otras causas.