Hoy, a las 14:35, se ha muerto Fernández de la Vega. Vale, suena a coña, pero estamos tristes. Era una de las dos palomas que nacieron hace unos 20 días en nuestro balcón. La otra se llamaba María Teresa (Jiko las bautizó así al poco de nacer: eran rubias, con los pelos de punta –aún no tenían plumas…– y delgadicas-delgadicas… Bueno, mirad la foto…). Fernández de la Vega siempre fue más pequeña, más débil que María Teresa. Ésta batía sus alas ensayando el primer vuelo y restregándole su tamaño y sus ganas, y su forma de llevarse siempre la mayor parte de la comida que traían, puntualmente, sus padres (él gris, ella blanca) y a veces Jiko (una vez le pillé tratando de meter en la cesta de la compra una caja de alpiste...; otra, les hizo un cuenquito con arroz, ay). Cuando contamos a la gente que una paloma estaba haciendo un nido en nuestro balcón, todo el mundo dijo: qué asco. Y sí, tampoco es que las palomas fuesen nuestros bichos preferidos, ni queríamos tener el balcón hasta arriba de cagarrutas, puaj, pero creo que las muy cabronas se aprovecharon de nuestro momento paternal tonto. Si éstos están anidando, fijo que me dejan a mí, debió pensar la jodía. Y así fue. Desde el primer día mantuvimos el balcón cerrado, para no molestar: vimos cómo hicieron el nido en un macetero redondo, cómo pusieron el primer huevo, cómo el segundo, y cómo se turnaron, el padre y la madre, para empollarlos: él de día, ella de noche. Como un reloj. Durante 18 días. Nos hizo ilusión cuando nacieron. Tan feos… pequeños, escuálidos, casi sin pelo, piando todo el santo día. Yo sólo me acercaba si estaba el cristal de por medio (con Mateo dentro me daba miedo pillar cualquier mierda…), pero Jiko se convirtió en una especie de cuidador-rodríguez-de-la-fuente: se pasaba el día gritándoles “gruuuuu-gruuuuu-gruuuuu” en dialecto paloma y ellas se volvían locas y aleteaban cuando abría la ventana y acercaba su mano.
María Teresa echó a volar antesdeayer. Y Fernández de la Vega se quedó sola, sin fuerzas. El balcón está tan limpio ahora.
1 comentario:
Que penita, no? encierto modo ambos han tomado el vuelo. Por lo menos me dio tiempo a conocerles...
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