A veces no les interesan los puñetazos ni las patadas ni los mordiscos ni los empujones. Ni siquiera las armas arrojadizas. Y entonces se quieren tanto que parecen personajes de una telenovela, el uno pegado al otro, susurrándose, abrazándose en penumbra. Nos entra la risa.
Hemos hecho de la pared una pizarra gigante. Para los chicuelos, claro, que pintan en vertical 'ticeratoch', coches, 'antobuses' y a ellos mismos (lo mejor). Nosotros hemos llenado la parte inalcanzable de palabras que ellos han inventado creyendo que hablan bien, ja. Algún ejemplo: 'cántuch' (cáctus), 'esanuyar' (desayunar), '¡topía!' (tubería) y el mítico '¡pod adiós de mos!' que Luc dijo cuando Mateo grito '¡por amor de dios!' El diccionario de pared, lo llamamos.