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Ay, no cocinar un día, comer fuera, encima rico y, sobre todo... estas caras. Como si me quedo sin postre.
Campo campazo y sol solazo. Nos guiaron Félix y Adrián, y vimos convertido un domingo cualquiera en una aventura de rocas-río-ramas y chuletas tardías.
Esto de arriba es Peñíscola. En primer plano, Mateo con su abuela Rosa, ambos con un plátano en la mano. A la derecha, al fondo, el abuelo con Luc, custodiando la casa. Y la bestia aérea es una gaviota, a punto de estrellarse contra la gorra roja de la abuela. Lo se. Es una obra de arte.
Sobre estas líneas, con todos ustedes, y de izquierda a derecha: Yoda, Darth Vader y Luke Skywalker. En la nave, Han Solo. Toma storyboard.
Arriba... obvio. Nosotros. Lo que no son tan obvias son mis piernas... y las orejas del Jiko. Habrá que profundizar.
Un homenaje al paraíso que es Tiger y sus "muniekos". Me parto.
No se si me asusta más la querencia a ese Oeste que nunca han pisado y a esas pistolas de pacotilla (piung piung)... O las caderas de Luc al posar en plan suplemento de moda y los brotes locatis de John Mateo Wayne. Les voy a poner a barrer las pelusas, que esas sí que son clavaditas a las del Far West. King size.
Toooodas las navidades se casan. Vayaustéasaberporqué. Susurran "nos queremos casar" y hay que revolver cajones para improvisar trajes nupciales. Y sacar el cuchillo mágico-musical, que nos atrona con el himno casadero, y el roscón nupcial. Enhorabuena... Otra vez!
No hay forma.
La bañera ya no da para los dos. Y aún así, no hay forma.
Se pegan, luchan por el espacio. Y con todo, no hay forma.
De que... se bañen separados.
Con 18 meses de diferencia, y resulta que son siameses.
Ay, el abuelo. Le llenan de besos y de estrés. Y él saca pecho (y barriga).
