skip to main |
skip to sidebar
Tendríamos que tener en casa un aparatillo de esos de medir audiencias. El canal de los dibus rompería los índices gracias a nuestros hijeznos. Devoradores de historias curiosas.
Mato posa, Luc busca un hueco y yo hago estas fotos tontuelas para mandárselas al panadero ausente en estas tardes de parque a dos manos. Lo mejor: cuando los dos están a bordo de los columpios, casi pegados, Mato tratando de volar, Luc tratando de parar de reír.
Pillado in fraganti justo antes de devorarse el Ulises de una sentada. Le he pedido que me lo explique. "No tengo tiempo", me responde, todo gafapasta.
Es dejarles con los abuelos y se van de farra. Mato por los aires. Luki por los suelos.
Mi móvil, como un paparazzo de mala calidad, capta la primera escapada de Mato al cine. Pase infantil matutino de Planet 51. Su 'prota', Lem, marciano sin nariz, duerme con Mato cada noche desde entonces, tamaño medio, tacto de fieltro. Habla con él. Y él le responde... con mi voz distorsionada. Un éxito las palomitas. Y un descubrimiento la pantalla: "graaaaaaaaaande" (dicho con las manos trazando un círculo). Aguantó tres cuartos de hora. Después se volvió: "Mami, ¿nos vamos de aquí juntitos?". Y nos fuimos.
Sonrisa falsa. La que pone cuando le digo, pesadísima, "Mato, mira a la cámara". Pero me gusta así, redonduelo, achinado, con la coronilla llena de cielo azul de domingo de paseo hasta el mercado de San Miguel.
Tienda de zapatos infantiles con atracciones. Entramos allí para calzar los primeros pasos de Luc, que ya se estaba crabreando con tanto resbalón calcetinero, y pasamos media tarde subidos a los caballitos. Otro shock: pedí yo un zapato que creía perfecto para Luc y la dependienta me salió con un desconcertante (para mí, que sigo pensando que Luc tiene dos meses): "de ese modelo no hay número tan grande...". Ostias. Salimos de allí con dos zapatacos del 21. Primeros pasos... de gigante.