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Trazos como zanjas en negro chillón. Mateo escribió, por primera vez, su nombre. Eme de magia.
Luc pregunta si hay monstruos y le decimos que si alguna vez ve uno le tiene que decir:-¿Sabes cuál es mi comida favorita? ¡Monstruo con patatas fritas!Y se lo toma así.
No hay nada mejor que salir del curro y encontrarte con un miniabrazo intenso y cientos de besos de leche. Se me pega Luc y no hago nada por ser antiadherente.
No hay forma de que se bañen fuera de esta minicanoa. En un despliegue de tonos nuevos, Mateo le dijo a su capitán de navío:-Luc, mira, esta bañera es azul meringo.
Ésta es una de las mejores horas del día. La del cuento en la cama, la de las charlas profundas. Anoche, mientras Luki le roncaba ya a los dinosaurios en sueños, a Mateo se le escapó un secreto:-Me ha dicho la abuela que el día de la Madre vamos a ir ella y yo de compras, a por un regalo para tí.-Hala, qué bien.-¿Y para papá?-También, le compraremos un regalo para el día del Padre.Se quedó mirando las musarañas, con esa forma de pensar arrugando la frente.-Oye, mamá ¿y cuando es el día del Hijo? ¿El martes?
Este es Wolf, el lobo de nuestros cuentos. A veces duerme con Mato. A veces con Luc. Y las más, se esconde en cualquier agujero durante días, hasta que una garra pequeña vuelve a arrastrarle a su realidad de juguete y siervo.
¡Vamos a ir a la Isla del Tesoro!, gritamos mi jiko y yo haciendo de nuestra casa un barco pirata.-¿Es ese sitio donde fuimos un día con nosotros?, preguntó el bucanero Mateo.Luc se rizaba el bigotillo.
Me repito, lo se, pero... ¡¡¿¿cómo han podido pasar YA dos años??!! Luc pidió "tanta-aate", que en su jerga es 'tarta de chocolate'. Y satisfecho su deseo demostró mayor maestría en lo de soplar y menos maneras en lo de zampársela. Por cierto: fue cumplir los años y lanzarse a hablar. Andamos a la búsqueda de traductor, glups.
Llegó el día: por fin dijo "shoshe" en vez de "butata". El coche recuperó su nombre, aunque con diccion adaptada a los usos y costumbres de Luc, que ahora es, por cierto, "Cuc". Según él.
Me imitan, los muy perracos. Hacen de mí. Y yo tengo que hacer de ellos. Mateo me dice tú eres yo, mamá, y me grita:-¿Hija, a cenaaaaar!-Ah, qué bien -le digo imitándole. ¿Qué me has hecho de cena?-Pues... eh... pan.-¿Sólo eso?-No, con zanahorias, tomate y galleta.Ugh.
Y templado y dormido me acaricia la mano.
-Pues voy a ir a otro país, Mateo (le dije con espíritu aventurero un día en que la fiebre le tenía durmiente cada tres por dos en la tienda-indios).-Pues me voy con tú.-Contigo.-Contigo.-¿Y a dónde nos vamos, Mato?-A Goviedo.-¿Y después?-A Cortilandia.Espíritu viajero, dije.
Día malos, en casacama, con el mono orejotas y sonrisilla de ya no tengo tanta fiebre mira tú.
Es un fashion victim, un trendsetter, un hombre de hoy. Fotos no, por favor.
-¡Mamiiii, esta mandarina tiene una espina de pollo! Dijo él disimulando con una patata en el bigote.
Esperamos en la puerta del cole a que salga Mateo. Luc aprovecha para colonizar bancos. Pobre del que quiera sentarse un ratico.
-Mami, métete en la tienda.-No, que no quepo.-Sí, sí, antes has quepido... has quepado... quepe... Ven.
Llovían globos de punta. Amarillos y morados. Volviendo del cole, hicimos una parada aerostática.
O confían mucho en lo que les ponemos en los platos o hacen oposición a comer con los ojos. Ellos verán.
Así les dejé el otro día al irme a currar. Todo el trayecto en el metro pensando qué cuernos hacía yo yendo en esa dirección, en vez de volver a casa y meterme enre las sábanas y mis jikos.
No pasan dos minutos desde que el abuelo sale del salón hasta que los nenos recorren la casa en su busca (y captura). Él les enseña la guitarra, su caja de herramientas, videos de dinosaurios, y más de una vez es el único que consigue que coman lo que no iban a comer. También es su almohada cuando el cansancio les derrota y un payaso capaz de revolcarse por los suelos. Y les lee cuentos, como en esta foto. "Y cuando tienen caca, vienen a mí", dice la abuela entre celos y risas.