martes, 20 de julio de 2010

En culos

Ójala estuvierámos así todo el verano.

El premio

'
-¿Qué haces, Mateo?"
-Estoy pensando
-¿Y en qué piensas?
-... Las 'pensabas' no se cuentan.

Sí contó su gran momento del mes: la piscina de bolas, premio gordo por su glorioso debut en el mundo sin pañales. Luc, mientras, buscaba en el almacén de Ikea ideas para un apartamento minúsculo.

domingo, 18 de julio de 2010

Goviedo (VI). La calle

"Luki, te quiero tanto que a una chuleta", en pleno Gijón, sacándole la lengua la RAE.





Goviedo (V). Los dinosaurios

Mateo se enfadó nada más entrar en el Museo Jurásico de Asturias. Quería subirse al diplodocus. Le duro poco, justo el tiempo en desviar la mirada al tirrech. Descubrió los esqueletos, sorpresón, y se pasó el día tactándose la piel en busca de sus propios huesos. Los enumeramos todos, o casi todos. Luc miró de reojo el dinopanorama, pero la devoción se la guardó para el batido de media mañana. Eso sí es ocio.

Goviedo (IV). La moto

Una moto de policía de pacotilla puede dar la felicidad. La cara de velocidad de Luc es prueba inefable. Era alta, sin embargo, demasiado. Tened cuidado, no os caigáis. "Mami, soy tan valiente tan valiente que te voy a hacer caso", me dijo el piloto, extrañamente sumiso.

Goviedo (III). El parque

Corren que se nos escapan. Con suerte van en la misma dirección, pero ocurre poco. Este parque de Goviedo fue pista de entrenamiento, casi un test de Cooper. No se cómo no adelgazamos más, el Jiko y yo. Será porque delante de un lomo con pan masamadre nos consolamos al final del día del cansancio y del casi no vernos a pesar de estar tol día pegados.






Goviedo (II). A remojo


Es lo que tiene tener ducha de obra en casa, que uno sale fuera y la bañera es de pronto Aquapark. La bañera de Goviedo tenía, además, abuela y rincones nuevos y agua que termina en huellas de pies pequeños camino de una habitación a estrenar.


Goviedo (I). La llegada


Entramos en Oviedo con Luc dormido y Mateo preguntándonos si lo que veía era, por fin, Goviedo. Es Oviedo, cielo. Sí, eso, Goviedo. Pues Goviedo. Sin discusión. A ver a los abuelos Luis y Beni. Nos recibieron suaves, y nos fuimos a un parque con trenes a medida, agua disparada y césped hasta el mar, casi. Comparado con la sartén que era Madrid esos días, el fresquete de Goviedo fue un galivio.







viernes, 2 de julio de 2010

La escapada (I). La Posada de las Tres Mentiras

Cinco minutos después de llegar estábamos así. Luc durmiendo, los Jikos en la pisci, yo en la gloria, mirando antes de probar.
La casa rurrrral (según Mateo). La Posada de las Tres Mentiras, Aldeanueva del Camino, Cáceres. La escapada. Por fin.
















La escapada (II). La Suite

Namás llegar nos dijeron: "En vez de daros una habitación normal os vamos a dar esta suite, porque caben mejor las cuninas y los niños van a tener más espacio para jugar. Hay salidina directa al jardín. Y tal". Pues gracias. Espacio para romper, rasgar, perpetrar hecatombes. Luc llega a todo, Mato escarba todo. "Mamá, ¿me vas a hacer un desastre?", me dijo con gafas de sol robadas. Hubo un momento en que el Jiko y yo nos encontramos a la que huíamos...