
"500 millones de pasteles para mííííííííííííí..." (Mato, viendo el sorteo del Gordo de Navidad).
Me cojo una semana de vacaciones, con mil planes en la cabeza para salir con los neninos, y me encuentro con nieve lluvia lluvia lluvia lluvia. Así que casa casa casa. Y qué gusto disfrazarnos, hacer aparcamientos para los coches, merendar, cantar, bailar, pitufar, cabrearnos también: "Me enfado de una vez, mamá". 
Hace nada, en el breve espacio de 24 horas, descargamos al alimón la cámara digital de Beni, mi suegra, y el móvil de mi Jiko, dispositivos ambos a punto de estallar por el exceso de equipaje desde... casi principios del año. Resultado: un viaje en el tiempo, un rebobine inesperado, un gustito.



































