sábado, 29 de agosto de 2009

Mateo, Año 2

Dos años, de un soplido. Así, zas. Sin casi darnos cuenta. El año pasado, mismo sitio, Mateo empezaba a andar, empezaba a masticar, no decía ni mu. Ahora, habla hasta con las manos, come como un soldado después de una batalla y corre más que el tiempo. Mato crece. Y disfrutó como un loquito-cocolo. Estuvimos casi todos y faltó el más importante: Jiko, de andadura panadera en Daylesford, amasando panes y planes crujientes. Qué forma más densa, más burra, de echarle de menos.

Este año Mato sopló su vela doble. Bffff, bffff. El aire para arriba, mal orientado, los ojos en el chocolate. Mientras aplaudíamos me miró e imploró: "Cuchilloooo", con tanta prisa siempre. A sus alrededores, Luc durmiente y creciente en brazos de todos y en una esquina siempre de mi vista; Mateo y Olivia, más tiernitos que la tarta, avanzando la tarde a golpe de ganchitos, palotes, tapachús; las abuelas, llenas de Mateo hasta los codos (el abuelo vio el evento a través del objetivo de la cámara... menos mal, esta entrada no existiría); y sus tíos Luis (de sangre), Silvia (de sangre, también), Omar (de tinta y ganas), JuanjoPepa (de parque y mimos). Un gusto que comenzó con un capítulo íntimo: Mato y yo retozando en el césped, un segundín de besos, muerdos, risa, mividaentera, previo a la fiesta, para mí sola.
















2 comentarios:

Pepa dijo...

¿y si lo repetimos ahora en septiembre? Por Javier, digo. Y porque lo pasamos tan bien que es tontería que sea un día al año.

Está tan mayorpequeño, Mateo...

Jika dijo...

¡Hecho!