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Hace nada, en el breve espacio de 24 horas, descargamos al alimón la cámara digital de Beni, mi suegra, y el móvil de mi Jiko, dispositivos ambos a punto de estallar por el exceso de equipaje desde... casi principios del año. Resultado: un viaje en el tiempo, un rebobine inesperado, un gustito.
(Cuelgo aquí una selección nada breve, lo se, y así, a cascoporro, sin orden ni concierto ni ganas de ordenar porque cada imagen me devuelve momentos que se me habían escapado casi sin darme cuenta. Y me quiero dar cuenta). Ahí va.



































