lunes, 13 de mayo de 2013

Con ocho basta... en Peñíscola

Pues... qué decir. Que el mundo entero se redujo durante 4 días de mayo a este episodio de Con ocho basta en Peñíscola. Enteritas y arenitas, agua fría y cuerpitos inmunes, castillos y relatos de Porteta, rummy de madrugada y dientes caídos, marcas de bikini y arrozaco, cerveza helada, balón de cocacola, expediciones entre juncos y colegios locales, qué sol por dentro. Y el mar, hasta donde acaba.
















Malito

"¿Tu le has dejado clado a Dosi (Rosi) que estoy malito y que me va a echar de menos en mi clase, no?"
(Luc, comprobando si le había aclarado a Rosi, su profe, que iba a faltar un par de días por unas décimas cabronas... con aires de importancia). Dos días sin pisar el patio, ¡qué desante!

Poses

Estrenar gafas de sol demanda pose... que cada uno entiende a su manera. Urbano y... ¿wateriano?


Lucato locatis

Lucato como una chota. Un ser de 4 años hace que me muera de risa. Cada día. Abajo, su "noticia" de la semana... En modo pirata.


Madrid Río

Madrid Rio a lo loco. Domingo mañana. Marina, Paloma y yo con un total de seis niñeznos y un perro exótico: picnic temprano rodeadas por un rio de pedrolos, caída en dominó a un estanque y recorrido con niños entre columpios y ropa para tender. Qué risa. Jiko se incorporó justo a tiempo para tirarse por los toboganes metálicos que parecían cargados de mercurio. 





miércoles, 8 de mayo de 2013

'Prehistódico'

Luc viaja a la prehistoria, con deberes. Y como son libres, los deberes, nos inventamos un retrato de un señor de Cromagnon (¡con chistera!) y unas pinturas rupestres de sus manitas. Esa noche dormimos en Altamira, roncando como bisontes.

Sueño de uniforme

El Jiko madruga, les viste primorosamente, todo besos. Y mientras les prepara el desayuno, ellos aprovechan nuestra cama aún deshecha para apurar una última oda a la almohada. Sueño de uniforme.

Hockney

Taller de ilustración de cuentos de David Hockney, tarde de sábado, Pepa y yo con la muchachada. A puntito estuvimos de ponerlos una peluca de juglar y una corona de reina mora. Menos mal que nos rescataron nuestros propios hijeznos al convertirse en pandilleros en los pasillos del metro. 




Riendo bajo la lluvia

¿Llueve? ¡Fiesta! Mateo y Luc comparten paraguas con Elena y convierten una tarde de mierda en un despiporre de risas y charcos en los tobillos. Se me contagia.


La compra

Se van a hacer la compra mientras yo estoy atada en mi puesto. Y me mandan esto. Y entonces, por una vez, me dan ganas de estar en los pasillos del súper eligiendo un detergente mientras una voz me pregunta "¿eso es pada cenad?". Jiko, paga tú.

Pillados

No se cómo pude. Cómo lo logré. Pillarles desprevenidos en un gesto de cariño pausado. Ni regates ni codazos. Al enseñarles esta foto nos reímos los tres, como el que mira algo que no puede ser verdad.

Padrecuentos

El famoso momento cuentacuentos en el que el padre, que empezó siendo parte integrante del público, termina convertido en actor principal ante la sorpresa de sus propios hijos y el desconcierto del señor cuentacuentos. He borrado el vídeo (bajo amenaza) en el que el señor padre se marcaba un señor rap-baile. No hay palabras).



Tarde de domingo

Qué tarde de domingo rezongona. Luc durmiéndome las piernas, Mateo, el brazo. Y yo, sin querer despertar ni una sola extremidad. Para qué, si así sueño.

Estirón

Foto a la salida del médico. Tres días en casa con fiebre bronca y de pronto se hace grande. Crece. Se estira. Se afina. Así. Cómo puede ser. Mi pequeño Mateo.

Primer sol

Primeros rayos después de un mes y medio de lluvia castiza. Salimos, claro, como miuras. A la tarde de Debod. A pillar sol y manga corta y un atardecer sentados en la hierba. Por fin.

MatChef

Llegaba Jiko de dar un curso. Luc dormía. Y Mateo dijo con voz cocinera: yo le hago el bocata a papá. Mayonesa de curry, jamón, gouda, lechuga. Y esbozó esto, el tío. Decorado con ramillete de hierbabuena y un cartelito que llenó a su padre de babaza antes de hincarle el diente.