domingo, 9 de enero de 2011

Hacemos el indio

Desde los tíos-reyes nuestro salón es un poblado indio. A refugio de lobos con barba, dinosaurios hambrientos, gormitis en pie de guerra. Dentro estamos a salvo. Salvo de los mordiscos a carcajadas. Nunca pensé que tendríamos tan pronto una segunda residencia.




Y, por supuesto...

... ¡el roscón de Jiko! Yo ya le he dicho: "Amor mío, es un hecho: a mí no me gusta el roscón, me gusta TU roscón". Masa madre, of course.


Segunda tanda

La abuela se lo curró y el abuelo lo inmmortalizó. Tándem para una segunda tanda de sorpresas matutinas que los neninos agradecieron montando la selva en el salón y pintando de colores lo que no debería ser pintado de nada.





¡Los Reyes!

La consigna era esperar a que fuese de día y no salir de la habitación. Cumplieron sólo la segunda parte, así que atacaron los regalos con los párpados a medio camino. Nosotros igual. Suficiente. Para ver sus caritas...











Cabalgata

Este año, ni una foto con los anfitriones de la cabalgata. No teníamos manos para la cámara: una para los pequeños, otra para los caramelos voladores, la de repuesto para saludar a Baltasar y a Bob Esponja, carrozas catódicas. JaviBea, AnaRodrigo, reyes, pajes y un kilo de roscón con chocolate caliente. Pero nos retratamos a la llegada. Y sirve.

¡Un garbancito!

"Me voy a vivir a casa de Cristina y Carlos", dijo Mateo en un arrebato pocos días antes de ir a verles y enterarnos de que un garbanzuelo está en camino. ¡Qué contentos! Qué gran noticia. Y qué pufs taaaan cómodos. Cuenta atrás hasta finales de julio. Qué alegría. ¡Viva el garbanzo!



Unodenero

Empezamos el año a hombros. Con cubos, palas, pasos de cebra desiertos, sueño, sol. El retiro, barro y pose natural. Y los abuelos.